Rajoy cerrará la campaña de las gallegas
Salvo que la agenda internacional se lo impida, el jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, tiene intención de asistir al último acto de la campaña en Galicia. La Moncloa y el Partido Popular tratan de encajar su agenda
En el PP gallego consideran que las preferentes, los recortes del Gobierno, la candidatura de Mario Conde, el 'caso Bolinaga' y el juicio del Prestige pueden mermar las expectativas electorales de Alberto Núñez Feijóo. Algunos populares reconocen que, al no pedir el rescate, Rajoy repite el patrón de las andaluzas y evita añadir más elementos negativos.
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Quiere estar en el acto. Asistir al cierre de la campaña gallega. En su tierra, con los suyos, con el que muchos ven como su delfín, Alberto Núñez Feijóo. Mariano Rajoy tiene pensado acudir al mitin final y tratará de no perderse esa cita, el próximo 19 de octubre. En principio, él irá a Galicia y la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, acompañará a Antonio Basagoiti en Euskadi. Reparto de papeles.
En el PP y en la Moncloa tratan de cuadrar agenda. Y si nada lo impide, el presidente del Gobierno hará esa noche su discurso. Será posible si el Consejo Europeo de Bruselas, que debería terminar el 19 a mediodía, no se alarga y altera sus planes. En el partido comentan que, en cualquier caso, la intensa actividad internacional de Rajoy tiene la última palabra y podría provocar cambios. Pero, a día de hoy, esa es su intención. A nadie se le escapa el valor que tiene este encuentro, repleto de simbolismo. Después de que en 2009 se interpretara la victoria de Feijóo como el primer paso del PP para la reconquista del Ejecutivo central, ahora todos los ojos están puestos en el resultado. ¿Qué supondría una derrota para Rajoy? ¿Sería el primer síntoma de su pérdida de poder? ¿Un sector del PP volvería a cuestionar su liderazgo en plena tormenta económica? Son algunas de las preguntas que se hacen algunos dirigentes conservadores.
Y Rajoy también es consciente de lo que se juega. Aunque sus colaboradores insisten en que su decisión de pedir un segundo rescate no se ha pospuesto por las urnas. Dentro del partido algunos reconocen que está siguiendo el mismo patrón que se estableció para las andaluzas cuando prefirió no avanzar los recortes que iba a realizar para no perjudicar a Arenas.
Esta vez la campaña no será como la de 2009. Ahora Rajoy no es el líder de la oposición sino el presidente del Gobierno y como tal tiene muchos compromisos a los que responder. Entonces, viajó a los pueblos, besó a las señoras, se bajó del coche oficial para tomar un café en algún que otro bar de carretera y visitó mercadillos. Lo hizo sorteando las preguntas del 'caso Gürtel' que acababa de estallar. Y celebrando la dimisión del ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, después de haberla ido pidiendo en cada parada, a cada hora y minuto. Son escenas de calle que ya no se repetirán. En su círculo, de hecho, hay quien piensa que es contraproducente. Por motivos de seguridad y porque en esos trayectos puede tener que afrontar el descontento social que han generado sus reformas.
Por eso se ha pensado que vaya directamente a los mítines. El vicesecretario de organización de la formación, Carlos Floriano, anunció el pasado lunes que Rajoy intervendrá en tres ocasiones en Galicia y otras tantas en País Vasco. Y entremedias una visita a Francia y otra a Rumania. Sin olvidar esa cita europea de los días 18 y 19 de octubre que le mantendrá en vilo. El Partido Popular gobierna ahora la Xunta con 38 escaños, justo la mayoría absoluta. Son muchos los que temen perder algún escaño por culpa del juicio del Prestige, los recortes, la candidatura de Mario Conde, el malestar del electorado conservador por el 'caso Bolinaga'... Los que organizan la campaña saben que todo eso puede influir y ven al electorado "muy sensible al bolsillo y a los valores". Pero sobre todo al tema de las preferentes. Hay mucha tensión y piensan que los actos pueden complicarse por las protestas, aunque desde la Xunta aseguran que están tratando de dar con una solución para las familias.
Lo de Conde lo ven como un problema. Sobre todo porque es otro candidato de centro derecha que les puede restar votos. Pero no temen tanto los efectos que puede tener el juicio sobre la catástrofe medioambiental que se produjo hace ya 10 años en España y que comienza el 16 de octubre. Dentro de la formación conservadora se da por hecho que alguien rescatara las palabras de Rajoy cuando, como coordinador del Gobierno para hacer frente al desastre, admitió que de la proa del buque salían "unos pequeños hilitos (...) con aspecto de plastilina". En el PP gallego también hay quien ha sopesado si la presencia de Rajoy beneficia o perjudica a las expectativas electorales de Feijóo. El jefe del Ejecutivo inauguró el curso político en Soutomaior (Pontevedra) y este sábado estará en Ourense. Desde la sede nacional defienden que Rajoy es "un valor añadido".
Feijóo no lo tiene nada fácil. Sabe que aunque las encuestas son positivas, está más justo de lo que parece. Los conservadores gallegos salen a revalidar el título. Es decir, a mantener los mismos votos que hace tres años. Lo que más les anima es ver que PSdG y Bloque no atraviesan su mejor momento. Los cargos populares tienen la misión de movilizar a su electorado para que no se quede en casa. El presidente de la Xunta intentará ganar con la amenaza de que si él no se apunta la victoria, la alternativa es, según dicen los que le rodean, "un guirigay" de partidos con intereses bien distintos. También tratará de mantener el sillón del poder con otro mensaje: el de que Galicia está mejor que España y que en su comunidad no se han aplicado algunas de las medidas del Gobierno como, por ejemplo, recortar la asistencia sanitaria a los inmigrantes. Lo que no deja de ser un choque de trenes entre dos ejecutivos que responden, al final, a las mismas siglas.
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