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EL RETO DE CARLOS SORIA | ENTREVISTA

Carlos Soria: "Es una pena que no haya habido cumbre"

El veterano montañero de 72 años repasa su intento de subir Dhaulagiri dentro de su proyecto de coronar las catorce montañas más altas del planeta, de las cuáles ya ha ascendido once

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El español Carlos Soria persigue, a los 72 años, el sueño de escalar las catorce montañas más altas del planeta, de las cuáles ya ha coronado once. En una entrevista que tuvo lugar en la localidad nepalí de Pokhara, el veterano montañero, al que le quedan coronar, para culminar su reto, el Annapurna, el Kanchenjunga y el Dhaulagiri -del que acaba de bajar, tras abortar el ataque a cumbre, debido al riesgo de aludes-, comenta diversos aspectos del deporte que practica desde que tenía catorce y habla, entre otros asuntos, de las montañas que mejores y peores recuerdos le traen.

Pregunta: ¿Cuál es para usted el ochomil más bello, si es que destaca alguno?

Respuesta: Eso es complicado de decir, pero quizá uno de los más bonitos es el K2 (en la cordillera del Karakórum, entre China y Pakistán). Es una pirámide enorme, preciosa. Toda de roca y de hielo. Aparte de ser la segunda montaña más alta del mundo, es muy bonita y muy estética. Pero a mí me gustan todas, no tengo grandes preferencias.

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P: Por ello, aunque igual no tiene que ser necesariamente un ochomil. ¿Cuál es la montaña más bonita del mundo?

R: Hombre, montañas bonitas hay muchas. Me gusta mucho el Cervino (entre Suiza e Italia), el Alpamayo (Perú), que también lo subí, en los Andes; y el K2, porque posiblemente, aparte de ser de las más interesantes, es de las más bonitas. También me gusta mucho el Dru (Francia), una montaña baja a la que he subido tres veces, en los Alpes, por vías de dificultad. he hecho la primera ascensión española por la cara oeste, en 1962.

P: Tiene 72 años y desea ser el montañero de más edad en escalar los catorce ochomiles. Le quedan tres -Annapurna, Kanchenjunga y Dhaulagiri). ¿Recuerda la fecha exacta en la que se marcó este reto?

R: No hace mucho. Quizá empecé a pensar un poco en ellos después de subir al K2, en 2004. Pensé que podía no estar mal subir los catorce ochomiles. Había conseguido una de las montañas más difíciles con 65 años y ahí se me ocurrió que igual no estaba mal intentarlo. Hace poco que ya decidí que quería hacerlos todos. Pero necesitaba un patrocinador, porque estas últimas que me quedan son montañas a las que no puedo ir solo. Tengo que ir con una expedición. Y ahora, que nos apoya el BBVA, ha sido un momento perfecto para ello. Es una pena que esta vez no haya habido cumbre -acaba de abortar el Dhaulagiri, en Nepal, de 8.167 metros-, pero qué se le va a hacer...

P: De los once ochomiles que ha subido. ¿Cuál le trae los peores recuerdos?

R: Peor recuerdo sobre todo éste en que hemos estado ahora, el Dhaulagiri, por la muerte de un compañero estando juntos (el aragonés Pepe Garcés). Es un recuerdo bastante triste. Pero no me trae recuerdos tristes ninguno, en general. Pepe murió allí (en 2001), pero él sabía lo que hacía. Ahora mismo no lo pasé tan mal. Me acordé de él, pero no lo he pasado mal. La montaña es así. Y a veces suceden estas cosas. No tanto como parece y como la gente pregona. Pero la montaña es un sitio complicado y algunas veces hay problemas. Como en muchas otras actividades de la vida.

P: Supongo que es algo que un montañero tiene que tener muy presente. Se puede perder a un amigo, o la propia vida...

R: Claro. Se puede perder a un amigo. O puedes perder tu propia vida. Pero eso puede pasar ahí, en el tráfico o en cualquier sitio. Yo llevo muchas expediciones y no he tenido ningún problema. Ni me han tenido que rescatar nunca. Pero sé que hago una actividad un poco peligrosa, no cabe duda.

P: ¿Y cuáles son sus mejores recuerdos de una cima conquistada?

R: Pues un muy, pero que muy bonito recuerdo es cuando cumplí setenta años, que subí una cumbre virgen de 7.200 metros aquí en Nepal, el Dome Kang. Me parece un recuerdo fantástico, aparte de los ochomiles conseguidos. Fue una aventura con amigos muy bonita. La intentemos tres veces. Y conseguimos subir por una ruta por la que nunca había subido nadie, a una montaña a la que no había pisado nadie. En un sitio muy alejado. En la frontera de Nepal, Tíbet y Sikim. De escalada pura, casi sin caminar. Me pareció algo muy emocionante y muy bonito. Me pareció una aventura fantástica.

 
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