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La tumba de Harry Potter se convierte en atracción turística en Israel

La tumba de un soldado británico de nombre de Harry Potter, se ha convertido en el reclamo turístico de Ramla, una pobre ciudad israelí que aprovecha la popularidad del joven mago creado por J.K. Rowling

La tumba de un soldado británico se ha convertido en el reclamo turístico de Ramla, Israel

La tumba de un soldado británico se ha convertido en el reclamo turístico de Ramla, Israel

La tumba de un soldado británico de nombre de Harry Potter, se ha convertido en el reclamo turístico de Ramla, una pobre ciudad israelí que aprovecha la popularidad del joven mago creado por J.K. Rowling para darse a conocer al mundo.

Fallecido en 1939 en el campo de batalla a los 18 años, la vida del militar británico sepultado en esta localidad dista mucho de la del personaje de ficción popularizado por las exitosas novelas y taquilleras películas que narran los avatares del aprendiz de brujo.

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Enterrado con honores en el cementerio militar de Ramla, al sureste de Tel Aviv, su tumba no es fácil de encontrar en medio de las miles de lápidas del mismo tamaño, forma y ordenadas en simétricas hileras que alberga el camposanto.

Sólo los guardas y personal que trabaja en la conservación del cementerio conocen su ubicación exacta ya que en los últimos años se ha convertido en foco de atracción de turistas, curiosos y sobre todo, seguidores del mago más famoso de todos los tiempos.

"En memoria del soldado Harry Potter. Regimiento Worcestershire, muerto en acción en Hebrón el 22/7/1939 a los 19 años y 10 meses", reza el epitafio.

Harry nació cerca de la ciudad de Birmingham (Reino Unido) en el seno de una familia numerosa y su padre, David, zapatero de profesión, había servido como soldado en la Primera Guerra Mundial.

En enero de 1938 el joven se alistó en el primer Batallón de ese regimiento, donde a los ocho meses completó su entrenamiento, llenando de orgullo a su familia.

En septiembre de ese año tuvo que despedirse de los suyos al recibir órdenes para trasladarse a Palestina, entonces bajo Mandato Británico, a fin de aplacar la denominada revuelta árabe que había adquirido serias dimensiones.

El joven soldado murió en combate en julio de 1939 en un enfrentamiento armado en la ciudad de Hebrón.

Según la página web de su regimiento, tenía 18 años en el momento de su deceso, aunque en la lápida de su tumba figura que tenía 19, debido a que había mentido sobre su edad para poder enrolarse.

Todo un filón

Pero los detalles de la vida de este soldado no parecen interesar del todo a los miles de turistas que ya han visitado su tumba.

La Municipalidad de Ramla no tiene datos precisos de cuántos se han acercado a ella, pero tanto los guías como los propios responsables del cementerio señalan que se ha convertido en todo un filón.

No es de extrañar que la Alcaldía haya incluido en su página web el cementerio como parte del recorrido turístico, haciendo especial mención a la presencia del sepulcro de Harry Potter.

"Todo el que viene aquí lo primero que pregunta es dónde está la tumba de Harry Potter", dice a Efe Amir Juri, jardinero del cementerio.

La tumba de Harry Potter, subraya, ha despertado enorme revuelo mediático: "Llevo doce años trabajando en el cementerio y no podía imaginarme que estuviera aquí".

El supervisor regional en Israel de los cementerios militares de la Commonwealth, Paul Price, abunda en que la lápida "atrae a muchos turistas y locales", aunque precisa que existen varios soldados del mismo nombre enterrados por todo el mundo.

Ubicado en la parte este de Ramla y próximo a una zona industrial, el cementerio alberga 4.000 tumbas de soldados caídos en las dos guerras mundiales y el período del Mandato Británico de Palestina.

"Tratamos de cuidar y conservar todas las tumbas de la misma manera, independientemente del rango, logros o familia de procedencia del difunto", apostilla el responsable británico.

La última entrega cinematográfica de la saga, "Harry Potter y las Reliquias de la Muerte", estrenada ya en Israel, es la primera parte del último de los libros de la británica J.K. Rowling, que tras 10 años pone punto final a las aventuras del hechicero.

El de Birmingham, en cambio, no tenía varita, ni capa, ni gafas, sino un cándido rostro y sencillas palabras.

En una carta dirigida a su madre antes de morir escribía: "Espero estar en casa para Navidad. Si no es así, es por un poco de mala suerte".

 
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