Habrá final inglesa de la Champions en Moscú

Tendremos una final inglesa en Moscú. Será la segunda vez que dos equipos de un mismo país disputen la final de la Copa de Europa (el Real Madrid ganó al Valencia en 2002), sea cual sea la identidad del segundo finalista, que saldrá del partido de Stamford Bridge entre Chelsea y Liverpool (20:45, Canal +). El que estará en ella seguro será el Manchester, que ha preferido renunciar a su identidad para convertirse en un arma efectiva.

Son los pequeños detalles los que marcaron la diferencia en esta semifinal de Champions. Como decíamos tras el partido de ida, el Manchester aprendió la lección de Milán, el año pasado, adonde llegó como un equipo superior y se llevó la bofetada. En octavos de final, al Manchester le tocó lidiar con el Olympique de Lyon. En la ida, en el estadio de Gerland, Tévez arañó un empate a tres minutos del final en un partido que se le escurría a su equipo, sensiblemente inferior al Olympique durante la mayor parte del mismo. El gol del United llegó en el único despiste de la defensa del Lyon, como pasó en la vuelta, podría pensarse que el Manchester iba a aplastar a los franceses. Al contrario, Benzema, muy vigilado durante todo el partido, pudo dar el susto en un par de ocasiones. Pero resolvió en una jugada aislada, en la que demostró astucia y oportunismo (le robó la pelota a Clerc, se cambió el balón de pierna, y chutó con la izquierda a la red).

Así marcó la diferencia el Manchester, y así ha vuelto a pasar con el Barça como víctima, aunque fuera superior a su rival. Superior en posesión de la pelota, superior en intención y superior en sensaciones. Pero no en pegada, lo que le ha matado. El único gol, el solitario tanto que significa continuar o quedarse en el camino, ha llegado de un mal despeje de Zambrotta hacia el centro. No cayó en la cuenta de que aparecía Scholes, con una considerable capacidad para pegarle a la pelota con peligro desde media distancia. El golpeo fue seco y medido, insalvable para Víctor Valdés. A partir de ahí, el Barça lo intentó y tuvo sus oportunidades (un cabezazo de Henry y un tiro de Messi fueron las más claras), pero últimamente le cuesta un mundo hacer gol y se notó.

Así que el Manchester será finalista, nueve años después (la última fue, precisamente, en el Camp Nou, con aquellos dos goles a última hora contra el Bayern). Logrará lo que tanto buscaba su 'jefe', su guía, Alex Ferguson, que tras veinte años sentado en el banquillo de los 'reds' volverá a optar a ganar un gran título. Tiempo habrá para hablar del rival, en el tiempo de espera que hay hasta la final (el 21 de mayo). El que levante el trofeo, en todo caso, será un equipo inglés, y eso pondrá a ese campeonato (hoy por hoy el mejor del planeta), con 11 títulos, los mismos que tienen el fútbol español y el italiano.