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Preparando el paracaídas espacial del futuro

Una compañía privada diseña trajes espaciales con el objetivo de que permitan a un humano volver a la Tierra desde una altura cercana a los 240 kilómetros

Madrid

El medio de transporte que está desarrollando Orbital Outfitters podría dar lugar al deporte más extremo nunca inventado y, al mismo tiempo, proporcionar una salida de emergencia a los pasajeros de los futuros vuelos comerciales suborbitales cuando se produzca algún problema. La compañía, fundada por dos expertos de la carrera espacial privada, pretende tener listo para 2009 un traje que permitiría volver a la Tierra desde más de 30, 96 o incluso 240 kilómetros de altura, protegiendo a quien lo lleve del calor de la reentrada en la atmósfera, proporcionando el oxígeno necesario, nivelando la presión, y frenando en el momento justo.

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Son muchos los desafíos que Orbital Outfitters deberá afrontar antes de lograr que un ser humano regrese con vida de semejante viaje, explica la publicación científica Popular Science, pero en teoría, "una persona puede sobrevivir a una caída desde cualquier altura", según el ingeniero del la NASA Robert Manning. La cuestión es si los fundadores de la empresa pueden convertir la teoría en práctica.

La idea es conseguir que los astronautas sean una suerte de paracaidistas espaciales, de forma que puedan regresar a la Tierra sin la protección de grandes naves espaciales que les protejan de los rigores del espacio y la vuelta a nuestra atmósfera. A unos 1.000 metros de altura se abriría el paracaídas principal.

31 kilómetros y subiendo

Si consiguen llevar a cabo el vuelo desde 31,3 kilómetros de altura, afrontarán un desafío aún mayor, lanzarse desde 96 kilómetros en el espacio en dirección a la Tierra. Quienes lo realicen alcanzarían una velocidad de 4.000 kilómetros por hora en la vuelta a la atmósfera, momento en el que las estrellas empezarían a desparecer según el cielo empieza a volverse azul. El traje sería capaz luego de lograr estabilidad gracias al primer sistema frenado integrado y el rozamiento, que reduciría la velocidad de forma paulatina hasta los 190 kilómetros por hora.

El objetivo de Tumlinson y Clark es muy ambicioso, pero no descabellado. El récord actual de salto lo estableció en 1960 un capital de las Fuerzas Aéreas de EE UU que se lanzó desde un globo que estaba situado a 31,3 kilómetros de altura, poco menos que la primera meta que se ha fijado Orbital Outfitters.

Los esfuerzos de éste por lograr un sistema fiable han sido hasta el momento poco afortunados y sus cohetes han logrado alturas insuficientes para el proyecto de los "paracaidistas espaciales". Es uno de los motivos en los que los analistas de la industria aeroespacial, como Bill Sweetman, fundamentan su escepticismo. "Sólo han alcanzado los 164 pies de altura", declara en Popular Science. "Todo depende de la fórmula mágina de tiempo más dinero, no hablan de nada que tenga que ver con alterar las leyes de la física, pero hay todavía mucha ingeniería que hacer".

 
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