Di Luca se adjudica la primera etapa de montaña del Giro y recupera la maglia rosa
El italiano Danilo Di Luca, del equipo Liquigas, hizo valer su etiqueta de favorito al imponerse con autoridad en la cuarta etapa del Giro de Italia, disputada entre Salerno y Montevergine di Mercogliano, de 153 kilómetros, la primera llegada en alto, en la que se vistió con la maglia rosa.
Di Luca, de 31 años, reeditó su éxito de 2001 en Montevergine, donde ganó el pulso a todos sus rivales directos en el primer ejercicio serio de la presente edición, rematando el trabajo de un equipo que se esforzó en anular escapadas y que supo poner a su líder en condiciones de rematar la faena. Entró en vencedor con un tiempo de 4h.22.42, a una media de velocidad de 35,173 kms/hora.
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Tras Di Luca entraron con el mismo tiempo Riccardó Riccó, la perla del Saunier Duval que no deja de sorprender en cada carrera y Damiano Cunego (Lampre), que evidenció un estado de forma idóneo para intentar recuperar la gloria que alcanzó con el primer puesto final en 2004.
También estuvieron en el lote de elegidos el luxemburgués Franck Schleck (CSC), el conquistador del Alpe D''Huez, que cruzó la raya a 3 segundos y Stefano Garzelli (Acqua e Sapone), cuarto y quinto respectivamente. El español David Arroyo se dejó ver en los momentos clave y fue octavo a 6 segundos. Gilberto Simoni (Saunier), pasó momentos débiles y llegó a 15 segundos.
La escalada a Montevergine, de apenas 15 kms y rampas poco exigentes, sirvió para destapar las fuerzas de cada uno de los candidatos en la primera semana de carrera. Di Luca, ganador esta temporada de la Lieja-Bastoña-Lieja y la Milán-Turín, soltó la primera carta, y lo hizo con autoridad, saltando en el momento clave, como muestra de estar atravesando un momento dulce. Su imagen, aunque óptima, deberá ratificarla en los puertos de verdad.
Di Luca, ganador del Pro Tour en 2005, se encaramó al primer puesto de la general, como ya hizo de manera efímera al final de la segunda etapa antes de pasarle la prenda a su compañero Gasparotto, que se hundió pronto camino de Montevergine.
La etapa resultó lenta, como si el pelotón se hubiera conjurado para no hacerse demasiado daño a las primeras de cambio ante una temprana llegada en alto. En la primera hora apenas recorrieron 30 kms, ritmo de cicloturismo. Fue en el km 33 cuando al fin se desperezó el grupo con el salto de tres corredores: el español Markel Irízar (Euskaltel), el ucraniano Krivtsov (Ag2r) y el ruso Brutt (Tinkoff).
El viaje del trío duró hasta poco después del inicio del ascenso final, cuando se sucedieron algunos ataques. El más significativo fue el del mexicano Julio Pérez Cuapio, que arrancó como un cohete hacia la cima, con fuerza y determinación, sin mirar atrás. El ciclista del Panaria pasó a los escapados y aguantó hasta apenas 800 metros de meta, cuando aparecieron las piezas más selectas del Giro para jugarse la etapa.
Era el momento de Di Luca, señalado en las apuestas, quien se impuso en su lugar talismán, en el primer aviso de uno de los grandes del pelotón. Y lo hizo por delante de Riccó, una de las revelaciones de la temporada, a sus 23 años ya incrustado en la alta jerarquía del Giro.
la jornada quedó marcada por una multitudinaria caída que se produjo en el km 85, con más de 20 implicados, entre ellos el campeón del mundo y olímpico Paolo Bettini, quien a duras penas pudo llegar a meta, dolorido en la espalda, el español Joan Horrach (Caisse D''Epargne) y el surafricano McLeod, retirado con fractura de clavícula.
Mañana se disputa la quinta etapa entre Teano y Frascati, de 173 kms.