Casi un tercio de la población ve muy difícil enamorarse de una persona con unos kilos de más

Logroño

Hoy ponemos el foco sobre lo que unánimemente se considera una pandemia que va a más, es la creciente incidencia de la obesidad y el sobrepeso de la población.

Estudios recientes apuntan a que el 39 por ciento de la población de nuestro país tiene sobrepeso y que un 22 padece obesidad. El futuro además no es precisamente esperanzador porque esos mismos estudios alertan de que la tasa de obesidad entre los niños y niñas se multiplicará por dos en los próximos 12 años con respecto al 2020. En total, si no se adoptan medidas de prevención, más de 4.000 millones de personas en el mundo tendrán sobrepeso o serán ya obesas de aquí al año 2035.

Junto a los numerosos problemas de salud que generan estas tasas, hay también en la sociedad una importante estigmatización de las personas que sufren esta enfermedad.

Un estudio publicado hace solo unos días por la Sociedad Española de Obesidad, saca a la luz datos realmente preocupantes, como que un 22 por ciento de la población encuestada llevaría mal tener un jefe con obesidad, o un 25 por ciento no votaría a un político con sobrepeso, o que el 30 por ciento de la población nunca o difícilmente podría llegar a enamorarse de una persona con kilos de más. Y hay incluso un 12 por ciento que piensa que estas personas están menos capacitadas y tiene menos aptitudes para ocupar un cargo directivo o un cargo público. El vicepresidente de la Sociedad Española de Obesidad, Albert Lecube, considera que “los resultados, aun tratándose de una muestra de solo mil personas, son un reflejo de la gordofobia existente”.

Según explica Albert Lecube, "el sesgo de peso se refiere a la ideología negativa, como prejuicios y estereotipos sociales, asociada a la obesidad". Ese sesgo añade, produce "el estigma y la discriminación basados en el peso, es decir, todos los actos discriminatorios dirigidos hacia las personas debido a su peso y tamaño".

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Aunque está demostrado que es una enfermedad crónica y recidivante, y a pesar del reconocimiento de la importancia de la genética y el entorno en su desarrollo, hasta el 41% de las personas encuestadas aún piensan que es un problema de "falta de voluntad", no una enfermedad, poniendo así a la obesidad como responsabilidad exclusiva de las personas que la padecen.

El estigma social también puede conllevar afecciones a la salud mental y bienestar emocional. Noelia Moreno, psicóloga de Adara, “un ejemplo son los problemas de autoestima que sufren habitualmente estas personas, problemas que, en determinadas etapas de la vida, pueden derivar en graves consecuencias”.

Alicia, una persona que ha convivido con la obesidad desde su infancia, y que recientemente ha perdido 33 kilos de peso reconoce que “mi vida ha dado un cambio radical, tanto es su estado de salud como en su autoestima, y que, durante su etapa de obesidad, los comentarios o las actitudes que notaba a sus espaldas le machacaban”.