Seis años tras el dragón despierto
Hablamos con Mavi Doñate, corresponsal de TVE durante seis años en Pekín y actualmente en París, sobre su nuevo libro "Bajo la mirada del dragón" y nos cuenta cómo fue ir a Wuhan tras permanecer durante 76 días cerrados
Corresponsales | Seis años tras el dragón despierto
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Madrid
Dentro de unos días se cumplen dos años del cierre de Wuhan. El comienzo de la pandemia llevó a Mavi Doñate, corresponsal de TVE durante 6 años en Pekín y actualmente de París, a trasladarse a la ciudad para intentar explicar a la gente qué pasaba con ese extraño virus que derivaba en neumonías graves. Volvió tras estar cerrados durante 76 días y recuerda la incertidumbre y el temor que sentía en ese momento. “Ahora tenemos PCRs y test de antígenos, entonces no se sabía nada, no sabíamos a qué nos enfrentábamos”. Además, a todo esto se le añadía el desconocimiento general, y el tener que “distinguir lo que era propaganda y realidad”.
Como cuenta en su libro "Bajo la mirada del dragón despierto", tenía la sensación de moverse en una “realidad acuosa”. Ya había hechos que indicaban que algo extraño estaba pasando, “el 20 de enero ya se sabía que el virus se transmitía de persona a persona y cerraron toda una provincia”. Desde el punto de vista profesional estaban corriendo una maratón, pero no sabían cuándo iban a llegar a la meta, aunque reconoce que aún siguen corriendo esa maratón.
Muchas veces se dice que China es un país del que no tenemos ni idea, aunque Mavi cree que “más que no saber, es un país complicado lleno de contradicciones”. “Siempre es muy difícil trabajar en china. La censura es fuerte y hay un estado de vigilancia”, reconoce la corresponsal. Los periodistas se suelen apoyar mucho en internet, pero “en China está totalmente distorsionado por la vigilancia, y es muy difícil separar el ruido de lo que es información”.
Ella buscaba testimonios y entrevistas, aunque fueran a pie de calle. En varias ocasiones le echaban de sitios, a veces incluso de malas maneras, “tenías que ser capaz de ver qué historia había ahí con un solo gesto” porque muchas veces no hablaban, pero a pesar de tener esa dificultad añadida, “si eres constante, tienes una paciencia infinita y unas buenas traductoras”, era capaz de conseguir historias.