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Cuando el rodaje de una película se convierte en aventura

Hace 70 años se estrenó La reina de África, el film dirigido por John Huston, uno de los más peligrosos y apasionantes de la historia del cine

Katharine Hepburn y Humphrey Bogart, protagonistas de La reina de África / United Artists

Madrid

“Pero ¿a quién le va a interesar una historia sobre dos viejos bajando un río de África?”. Cuando John Huston explicó, además, que pensaba rodar la película en escenarios naturales africanos, todo el mundo profetizó un fracaso estruendoso. Era el año 1950 y aún no había costumbre de filmar en exteriores. Los grandes estudios seguían rodando selvas y desiertos dentro de Hollywood. Pero Huston era un aventurero dentro y fuera del cine y estaba convencido de que el rodaje en localizaciones reales, navegando a lo largo de cientos de kilómetros de río, era la única forma de hacer creíble su historia. Además, Huston pensaba que, si los actores sufrían tanto como sus personajes, nadie pondría en duda la autenticidad del relato.

La leyenda cuenta que, en realidad, Huston sólo buscaba una excusa para ir a África y cazar un elefante, y así lo contó Clint Eastwood en su película Cazador blanco, corazón negro. Un capricho que a la postre sirvió para poner en pie una de las películas de aventuras más originales de la historia del género; una sabia combinación de humor, romance y acción que la hace absolutamente irresistible.

La película unía por primera vez en la pantalla a dos monstruos sagrados del celuloide como Humphrey Bogart y Katherine Hepburn, dando lugar a uno de los duelos interpretativos más inspirados de la historia del cine. Ella es una misionera británica bastante estirada y él un barquero borrachín. La Primera Guerra Mundial ha estallado y los alemanes se extienden por África. Huyendo de ellos, estos dos personajes tan diferentes inician un viaje a bordo de una barcaza en la que deberán descender un río cargado de peligros.

Katharine Hepburn y Humphrey Bogart, protagonistas de La reina de África

Katharine Hepburn y Humphrey Bogart, protagonistas de La reina de África / United Artists

Sobre el rodaje de La Reina de África se han escrito libros y rodado películas. Un rodaje tan lleno de aventuras como el propio film. Nunca antes había navegado por los ríos africanos una flotilla tan extraña como aquella. Consistía en tres balsas. La primera era una especie de plató con cámaras, las otras dos llevaban el material. John Huston y un equipo formado por 40 personas se internaron en el Congo Belga. A la expedición se unió también Lauren Bacall que quiso acompañar a su marido, Humphrey Bogart, durante todo el rodaje. El equipo trabajaba siete días a la semana enfrentándose a todo tipo de peligros.

El calor y la humedad eran insoportables. Las lluvias torrenciales hacían detener la filmación durante días y Huston aprovechaba la coyuntura para desaparecer en la jungla con una escopeta colgada al hombro. Luego estaban los animales. Cocodrilos o serpientes venenosas que se colaban en las cabañas. Una tarántula picó al productor Sam Spiegel que salvó la vida de milagro gracias a las dosis masivas de penicilina que Lauren Bacall llevaba en su equipaje. Bogart por su parte fue atacado por un jabalí y, como en los dibujos animados, tuvo que trepar a un árbol para escapar. En otra ocasión un ejército de hormigas rojas invadió el campamento. Pero lo peor era el enjambre de mosquitos que les visitaba cada tarde. Los rápidos del río también causaban estragos. La barcaza que servía como plató chocó contra las rocas y se hundió. Necesitaron varios días para repararla.

Humphrey Bogart y John Huston, actor y director de La reina de África

Humphrey Bogart y John Huston, actor y director de La reina de África / United Artists

De sobra era conocido que Bogart y Huston eran dos borrachines de cuidado. La Hepburn no lo soportaba. Se quejaba continuamente del aliento de su compañero. Una noche arrojó al río toda la provisión de whisky de la pareja, exactamente igual que en una secuencia que habían rodado pocos días antes. Al final Bogart y Huston tuvieron su venganza. Todo el equipo acabó enfermando de disentería y malaria. Solo ellos dos, que no probaban el agua y hasta se lavaban los dientes con ginebra, se libraron de pasar por la enfermería.

Katharine Hepburn, en cambio, tuvo que rodar muchas de sus escenas ocultando los temblores que le producía la fiebre. A pesar de todas estas penalidades nadie se quejaba. Incluso podíamos decir que entre el equipo se respiraba un ambiente de alegría. La actriz siempre dijo que el de La reina de África había sido uno de los rodajes más apasionantes de su carrera. La aventura africana la tenía tan fascinada que soportaba todos los inconvenientes.

Katharine Hepburn, protagonista de La reina de África

Katharine Hepburn, protagonista de La reina de África / United Artists

A pesar del buen ambiente y de la paciencia de los actores John Huston decidió trasladar el rodaje de las escenas en las que había chapuzones a unos estudios londinenses. Rodar en el río habría sido muy peligroso, no sólo por los cocodrilos sino porque el agua se había convertido en un puré de vegetación podrida. Pero no por ello el director cesó en su afán realista. En la famosa escena de las sanguijuelas Huston se empeñó en que los bichos chupasangres que cubren el cuerpo de Bogart fueran reales.

En julio de 1951 terminó el rodaje. Al contrario de otros clásicos que han sido reivindicados con el tiempo La Reina de África contó desde el primer momento con el favor de la crítica y del público. Humphrey Bogart ganó por ella el Oscar al mejor actor, el único de su trayectoria y Katherine Hepburn firmó uno de los papeles más recordados de su larga carrera.

Katharine Hepburn y Humphrey Bogart. protagonistas de La Reina de África

Katharine Hepburn y Humphrey Bogart. protagonistas de La Reina de África / United Artists

El rodaje de La reina de África se recuerda hoy en día como una auténtica odisea. Enseguida se convirtió en una leyenda que el propio Huston se encargó de fomentar. En sus memorias, por ejemplo, contaba: “Fue en los primeros días de rodaje. Habíamos contratado a un nativo para que hiciese de cocinero. Un día se presenta el jefe del poblado vecino para comunicarme que en su tribu habían desaparecido varios hombres misteriosamente. Al parecer cuando nuestro cocinero no conseguía encontrar carne para cocinar, la lograba por otros medios. Este hombre fue ejecutado por su tribu días más tarde y yo decidí callarme la historia hasta que estuviéramos lejos de África. Lo cierto es que durante aquellos días nadie se quejó de la comida. Todo lo contrario, sólo había felicitaciones para el cocinero”.

Dicen que a veces las condiciones más duras traen los mejores resultados. Esta película es la prueba de ello, uno de esos títulos imprescindibles de la Historia del cine: La Reina de África, la quintaesencia de la aventura romántica.

Elio Castro

Elio Castro

Licenciado en Historia del Arte y Máster en periodismo por la Universidad Autónoma/El País. Periodista...

 
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