Ojalá no todo sea un engaño
Boric es joven, no conoció aquella época y no llega al palacio de la Moneda para poner en marcha aquel programa frustrado, sino su propia propuesta política, pero representa todo lo de extraordinario y magnifico tuvo aquel otro momento
Madrid
Hace más de cinco décadas que Chile ocupa un espacio en el corazón de los demócratas de todo el mundo, sobrecogidos por el sanguinario golpe de Estado del general Pinochet y el angustioso final del presidente Salvador Allende. Por eso, la victoria de Gabriel Boric ha provocado tanta alegría en tantos corazones en todo el mundo. Boric es joven, no conoció aquella época y no llega al palacio de la Moneda para poner en marcha aquel programa frustrado, sino su propia propuesta política, pero representa todo lo de extraordinario y magnifico tuvo aquel otro momento. Su primer discurso como presidente ha levantado el ánimo a quienes le escuchaban expectantes en cualquier lugar del globo. “Mi generación”, ha dicho, “quiere que se respeten sus derechos, no ser tratados como bienes de consumo, Chile debe experimentar un gran cambio en su economía y estructura social”. El nuevo presidente ha prometido textualmente “cuidar la democracia, no ponerla en peligro” y buscar la unidad, atender las necesidades cotidianas de las personas y luchar duro contra los privilegios de unos pocos”. Por el momento, en un gesto poco frecuente en esas latitudes, el candidato derrotado, José Antonio Kast, ha reconocido la gran victoria de su oponente y ha prometido una actitud constructiva: ”Gabriel Boric puede contar con nosotros”, ha dicho. Ojalá no todo sea un engaño.
Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...