La derecha ha convertido el Congreso en un plató del peor programa y televisión del mundo

Madrid

Que la sexta ola del coronavirus aquí en España está completamente descontrolada es ya una realidad. Nuestras cifras empiezan a acercarse a lo que veíamos en el resto de Europa hace un par de semanas.

Es probable que muchos de ustedes conozcan a más infectados de su entorno que en olas anteriores, la Unión Europa insiste en la necesidad de más restricciones, pide a los gobiernos hagan un nuevo esfuerzo, las UCIs empiezan a tensionarse, los ingresos de vacunados sin dosis de refuerzo van subiendo en un incesante goteo. Pero, de momento, aquí no pasa nada.

La ministra de Sanidad insiste machaconamente con la misma receta, vacunar, vacunar, vacunar... Ayer empezó la vacunación en los niños menores de doce años y se propuso la dosis de refuerzo para los mayores de 50, pero la evidencia está demostrando que la vacunación está siendo insuficiente. Es verdad que la mayoría de los casos son leves, pero a más casos, más posibilidades aritméticas de complicaciones, de gente que acabe en los hospitales. Pero, de momento, vacuna y recomendaciones y poco más.

Y en frenar esta sexta ola deberían estar centrados ahora mismo todos los esfuerzos. Ya sabíamos que el virus había venido para quedarse, pero lo que no imaginábamos es que casi dos años después estaríamos reviviendo sensaciones. Otras Navidades bajo la amenaza del contagio, otras Navidades preocupados por los más vulnerables, otras Navidades diferentes.

Este es el contexto, esta es la realidad que ahora mismo preocupa a buena parte de la población. Esto es lo que pasa y esto es de lo que se habla. Y luego están ellos, los que gritan, vitorean y sueltan tacos en sede parlamentaria. Los que están centrados en una absurda carrera electoral, cuya meta ni se divisa, los que se están creyendo lo que dicen las incesantes encuestas sin pensar que hubo otros antes que hicieron lo mismo y que ya están fuera de la política.

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Los que comparan lo que pasa con el catalán, me niego a llamarlo conflicto o problema porque no es ningún conflicto ni ningún problema, con la segregación racial en Estados Unidos. La derecha y la ultraderecha han convertido el hemiciclo en un plató del peor programa de la peor televisión del mundo.

Deberían estar todos centrados en una sola cosa, la pandemia y la recuperación económica, deberían estar todos remando en la misma dirección, pero verles y escucharles lo que hace pensar es que estamos más cerca del naufragio que de otra cosa. Produce absoluto sonrojo.