El TC sigue colonizado por partidos que se tragan sapos como el de Enrique Arnaldo

Madrid

Hola, muy buenos días. Parece que como ayer fue festivo haya que recuperar hoy todo lo que no se pudo hacer. Así que prepárense para un martes de alta actividad política. Y, como es martes, hay Consejo de Ministros, pero donde se van a poner los focos principalmente es en lo que pase después, en esa reunión entre el presidente del Gobierno y sus vicepresidentas primera y segunda, Nadia Calviño y Yolanda Díaz, reunión que forma parte de la fórmula que se encontró para rebajar la tensión en el Gobierno de coalición a cuenta de la reforma laboral.

Reunión previa a la reunión con los agentes sociales después de que el presidente del Gobierno haya insistido este largo fin de semana en la necesidad de redefinir las relaciones laborales que habían quedado suspendidas con la aprobación de la ley de Mariano Rajoy. Las circunstancias son hoy muy diferentes y la reforma laboral debe adaptarse a ellas. Lo que acordaron los miembros del Gobierno es un su pacto para la coalición, ha insistido en ello el presidente del Gobierno y lo exige Bruselas. Así que, a estas alturas, nadie entendería que la pelea por el protagonismo dinamitara el consenso indispensable, aunque para ello sean necesarias reuniones previas, reuniones posteriores y paseos por calles empedradas.

Y luego está lo que parece inevitable, que uno de los candidatos del PP para el Tribunal Constitucional acabe siendo eso para lo que los populares lo han propuesto. Que Enrique Arnaldo acabe siendo miembro del Constitucional a pesar de todo. Y este todo va desde su implicación en los sumarios del caso Lezo y del caso Palma Arena, el cobro de casi un millón de euros en contratos con administraciones del Partido Popular y, lo último, su vinculación con el testaferro de Eduardo Zaplana. Nada de esto, que no es poco, parece que vaya a poner en peligro el acuerdo entre PSOE y PP para la renovación del Constitucional. Nada de esto parece que vaya a evitar lo inevitable, que el TC siga colonizado por los partidos que lo usan para sus intercambios de cromos, tragándose, incluso, algunos sapos de tamaño considerable, como el de Enrique Arnaldo.