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La recuperación económica pasa por la lucha contra el cambio climático

En esta época de crisis, el crecimiento económico, la creación de empleo y la sostenibilidad ambiental tienen que ir de la mano, según los expertos

La recuperación económica pasa por la lucha contra el cambio climático

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Madrid

A pesar del parón económico de la pandemia, los glaciares continúan derritiéndose a una velocidad récord. También hacen estragos los desastres naturales como los incendios, las fuertes lluvias, las inundaciones o las sequías, entre otros. El 2020 se va a registrar como uno de los tres años más cálidos de la historia a causa del impulso económico previsto que incrementará el consumo de combustibles fósiles. Sin embargo, la preocupación por el cambio climático ha pasado a un sexto plano este año para los españoles, según la encuesta elaborada por el Banco Europeo de Inversiones (BEI), el organismo financiero de la Unión Europea. Las primeras preocupaciones son la pandemia, la crisis financiera y el desempleo. “Es bastante lógico”, explica Mercedes Pardo Buendía, experta en sociología y cambio climático. “Pero eso no significa que se haya olvidado, la cuestión climática lleva ya un asentamiento importante en España”, añade.

Un recorrido que tuvo un impulso importante en la Cumbre Climática que se celebró el año pasado en Madrid con el compromiso y especial interés de los jóvenes, según Pardo Buendía. Tanto es así, que a día de hoy el 64% de los españoles encuestados apoya una recuperación económica verde que ayude a frenar el calentamiento global, frente a un 36% que prefiere “impulsar la economía por cualquier medio” para recuperar lo antes posible la senda previa a la pandemia. Ahora, la Unión Europea tiene un objetivo ambicioso por delante: reducir en un 55% las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 con el fin de poder alcanzar la neutralidad climática en el 2050 – es decir, que los sumideros naturales como los bosques, sean capaces de absorber al menos una cantidad equivalente a las emisiones de gases de efecto invernadero que permanecerán a mediados de este siglo-. Una meta que exige transformar la retórica verde en medidas de recuperación con bajas emisiones de carbono y que han hecho por el momento “solo unos pocos países”, según el último informe presentado por la ONU este pasado miércoles.

En el caso de España, ha habido una falta de prioridad en las políticas de mitigación durante años, explica Xavier Labandeira, catedrático de economía de la Universidad de Vigo y experto en economía climática y ambiental.Un plan de acción que hace saltar las alarmas si tenemos en cuenta que España “es uno de los países más vulnerables ante el cambio climático”, sostiene. “Nos enfrentamos a procesos de desertificación, problemas en nuestras costas y un aumento elevado de las temperaturas que puede poner en riesgo muchas actividades económicas”. Por ello explica que la economía española necesita “reinventarse porque el modelo actual está agotado y quizás esta crisis sea una buena oportunidad para hacerlo”.

Y ¿cómo debe de ser una recuperación económica verde?

En estos tiempos de pandemia, el crecimiento económico, la creación de empleo y la sostenibilidad ambiental van de la mano, según los expertos consultados para este reportaje. Para ello, son muchas las políticas que se pueden llevar a cabo. Sin embargo, Moisés Martín, economista y especialista en Políticas Públicas y Desarrollo Económico y Social explica que una de las políticas primordiales es la descarbonización del sistema energético, o lo que es lo mismo, intensificar el uso de energías renovables. En segundo lugar, la eficiencia energética a través, por ejemplo, del cambio de las calefacciones y la modificación en las envolventes de los edificios. “Los pisos viejos tienen muchos escapes de energía, por lo que renovarlos podría ahorrar muchísimo dinero en gasto de calefacción y aire acondicionado”. Y, en tercer lugar, la lucha contra la despoblación y la protección de los ecosistemas a través de la silvicultura, la agricultura ecológica o la valorización de los parques naturales. “Se están quedando despoblados, pero también pueden generar empleo y riquezas para el conjunto de la población’’, explica Martín.

Dos coches eléctricos cargan sus baterias

Dos coches eléctricos cargan sus baterias / Getty Images

Dos coches eléctricos cargan sus baterias

Dos coches eléctricos cargan sus baterias / Getty Images

Gonzalo Escribano, director del programa de Energía y Cambio Climático del Real Instituto Elcano y profesor de Economía Aplicada en la UNED, se centra en la financiación del transporte público y en una transición hacia el coche eléctrico donde se comience a diluir las barreras de entrada y se fomenten las estaciones de recarga para vehículos de este tipo. Reconoce que “son más caros, aunque también necesitan menos mantenimiento” y que el deseo del consumidor está cambiando. “El coche que gasta muchísimo ya no es el que gusta y da prestigio” como ejemplifica que sucede en la ciudad de Los Ángeles. “Este es un cambio importante”. Por su parte, Martín explica que “terminarán siendo asequibles para la mayor parte de la población”. Y añade que “cuando se considere estándar y cuando encontremos la fórmula para que las baterías tengan la duración que deben tener en los próximos años, probablemente pasará de ser un objeto de lujo a uno de consumo para muchísima gente”. Un ejemplo que Moisés Martín recalca que sucederá también con otros aspectos de nuestra vida cotidiana en el medio y largo plazo. “Esta transición ecológica no va a encarecer nuestro modo de vida, sino todo lo contrario, nos la va a facilitar y podremos acceder a una mayor calidad de vida a un menor coste”.

Por su parte, Xavier Labandeira apoya el empleo de políticas públicas que promuevan el uso de las nuevas tecnologías, así como crear regulaciones que limiten las emisiones, como es a través de un impuesto sobre el carbono que permitan ese proceso de descarbonización. “En España, el diésel se encuentra con una infra-tributación considerable al estar 25 puntos por debajo de la media ponderada de la Unión Europea”. Una medida que en el momento actual crea cierto debate en una parte del sector. Escribano, por ejemplo, está a favor de corregirlo, pero explica que subirlo en un momento de crisis “no parece lo más sensato” ya que podría afectar a las clases más vulnerables. Por su parte Labandeira reconoce que los grupos con menos capacidad económica pagan más cuando se suben estos impuestos. Sin embargo, apoya una subida fiscal con una compensación para aquellos que se pueden ver más perjudicados. “Tenemos cálculos que con un 10% de esa recaudación podríamos compensar a una parte importante de los que menos tienen”.

El papel central del ciudadano en la lucha climática

Dentro de esta economía verde, el ciudadano también juega un rol importante y a pesar de que exista cierta disposición a tomar una senda más ecológica, se puede encontrar alguna paradoja. Según la socióloga Mercedes Pardo Buendía existe una contradicción entre la disposición a tener un modo de vida más verde y la resistencia a pagar nuevos impuestos como puede ser el del diésel. “No existe una cultura sobre la importancia de los impuestos para financiar el estado de bienestar social”, a diferencia de los países nórdicos, explica Pardo Buendía. Y esto viene en buena parte por la desconfianza y los episodios de corrupción de una parte de la clase política española que se han visto durante estos años.

El economista Xavier Labandeira sostiene que los ciudadanos tienen un papel fundamental, pero que a la hora de actuar muchas veces tienen dudas de cuál es su rol exactamente y creen que decae más en los gobiernos o en las grandes industrias. Por ello habla de los cuatro papeles fundamentales que tiene el ciudadano. En primer lugar, como votantes, a la hora de elegir políticos más favorables a la lucha climática. En segundo lugar, como inversores. “El proceso de descarbonización va a ser un proceso fundamentalmente de grandes flujos de inversión hacia sectores que se encuentran necesitados de estos recursos”, dice el experto. En tercer lugar, como consumidores. “Podemos discriminar entre aquellas empresas que están actuando mejor o peor”, añade. Y por último como emisores, a la hora de cambiar nuestro estilo de vida, conduciendo un mejor coche, usando más el transporte público o caminando más.

Hay mucho que hacer”, sostiene Labandeira. “Es importante que el ciudadano no busque excusas en otros que, por supuesto también tienen que actuar de forma muy intensa, pero en todo caso el ciudadano tiene un papel central”.

 
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