"Boga, boga y boga hasta tener callo en las manos": el otoño en el mar con un marinero poeta y 'youtuber'

Madrid

Cientos de gaviotas vuelan sobre los tejados de Muxía y carcajean malhumoradas sobre las chimeneas y saledizos, las campanas doblan por la muerte de un vecino, por el este pierden color las nubes rojas que tocan los montes y el mar de fondo rompe sobre la punta del Santuario de la virgen de a Barca.

Las piedras de la Costa de la Muerte y el océano se conocen desde hace más de 200 millones de años. La relación con los marineros, más corta, tiene sus días. Manolo, -Alexandre Nerium-, hace sonar en el Museo de la pesca de Fisterra la caracola con la que los barcos anunciaban su posición en las noches de niebla y cerrazón, mientras las mujeres, desde la orilla, los guiaban hacia puerto dando gritos.

Subimos a bordo de un bote en el puerto de Cee. Boga Xosé Iglesias. El primer mandamiento de quien pretenda ser marinero, es encontrar una embarcación, coger los remos y bogar y bogar hasta que las manos duelan y se endurezcan los callos. Xosé Iglesias acostumbra estos días a pescar salmonetes en aguas cercanas a la Torre de Hércules a bordo del Primero Villar, un barco que compró con el dinero que ganó embarcándose durante largos periodos en las peligrosas aguas del islote de Rockall, entre el Reino Unido e Islandia.

El bote nos lleva hasta otra embarcación, de nombre Cántiga del Leviatán y con ella navegamos hasta el fondo de la ría. Nuestro objetivo es buscar las señales del otoño en la mar.