El día que la Plaza de Colón hable

Madrid

Ya les contábamos el otro día que ha vuelto el Partido Popular de las mesas petitorias, pero es que ha vuelto también el de las manifestaciones y los recursos al Constitucional. Una receta ya clásica entre los populares y que emerge habitualmente en épocas de polarización y del debate de cuestiones en las que se implican más la emociones y el estómago que la gestión política.

Pablo Casado renegó de Vox desde la tribuna del Congreso de los Diputados, pero ayer compartió, otra vez, manifestación con la formación de ultraderecha. Digo Pablo Casado porque él asistió personalmente al volante de un coche a la manifestación contra la ley Celaá, convocada en Madrid. Fue el único de los tres líderes de los partidos convocantes que se puso en primera fila. Abascal y Arrimadas mandaron representación.

Y no es gratuita la elección de la copiloto, Isabel Díaz Ayuso, su ariete contra el gobierno de Pedro Sánchez y que ahora saca pecho porque los datos del coronavirus le dan la razón. Todo abierto en Madrid y las cifras bajan, así que ayer la sacó a pasear por la Castellana como aquel que pasea a Miss Daisy.

Así, pues, en plena negociación de los presupuestos, de las cuentas para salir de la peor crisis en este país, Pablo Casado ha encontrado nuevos motivos para hacer oposición, y ninguno de ellos tiene que ver con la economía ni con el bienestar de los españoles, que si ETA, que si el castellano amenazado en Cataluña y que si la ley Celaá.

Vuelve la oposición en la calle, donde cuando gobierna el PSOE, el PP encuentra el escenario indicado para hacer oposición. El día que la Plaza de Colón hable la de manifestaciones populares que podrá contar. Vuelve la oposición en la calle, aunque sea acompañado de la ultraderecha, como ayer en la Castellana de Madrid.

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