¿Dónde enseñan lealtad?
Lo peor es tener que aguantar a los Iglesias, los Rufián, los Otegis y otros magníficos amigos, imprescindibles para las cuentas, que la suma de diputados es la que es, pero que hay que ver de qué pasta están hechas sus lealtades
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Madrid
Ignora el Ojo si Pedro Sánchez es creyente de alguna religión y si acostumbra a invocar a algún dios cuando enferma de desesperación, que es de suponer que alguna pájara ya tendrá que superar.
De invocar al altísimo, sea cual sea, debe llevar un tiempito clamando porque se acabe pronto la tortura de negociar los Presupuestos, y el día soñado, el 29 de diciembre, ¡oh, jornada gloriosa si así culminara!, poner fin a la tortura.
Pensarán ustedes que es la cruel oposición la que castiga con látigos o da vueltas al potro. Se equivocan. Lo peor es tener que aguantar a los Iglesias, los Rufián, los Otegis y otros magníficos amigos, imprescindibles para las cuentas, que la suma de diputados es la que es, pero que hay que ver de qué pasta están hechas sus lealtades.
Pactar la general y dos minutos después montar un numerito con cualquier pretexto, pero siempre con muchos micrófonos, roza la desfachatez. Un apunte: parece que el Gobierno ha tomado cartas en el asunto de los inmigrantes en Canarias. Mucho han tardado.
