¿Complejas las autonomías?
Llama la atención que a nuestros próceres de la derecha hispana, y a sus distinguidos voceros, les parezca de lo más natural, ni una crítica a las barras y estrellas, que en Ohio tengan unas normas para contar los votos por correo distinta a la del vecino
Madrid
Alguna lección, además de las evidentes, ya podemos sacar de las elecciones estadounidenses. Una, y no menor, viene a sumarse a lo que todo el mundo ha podido observar con la pandemia: la enorme autonomía de cada Estado para dictar normas propias, en ocasiones contradictorias con las que dictan sus vecinos.
Llama la atención que a nuestros próceres de la derecha hispana, y a sus distinguidos voceros, les parezca de lo más natural, ni una crítica a las barras y estrellas, que en Ohio tengan unas normas para contar los votos por correo distinta a la del vecino.
En cuanto a la lucha contra el covid, hay Estados donde es obligatoria la mascarilla y en otros los ciudadanos pueden pasearse libremente sin ella. Pero aquí les parece todo disparatado y abominable.
España se desangra porque las 17 autonomías son un reino de taifas sin nadie al mando, navegamos sin timonel, dicen quejumbrosos, porque en cada sitio hay una norma diferente. Admiradores hasta el delirio de los Estados Unidos, sólo ven, como ya sabemos, lo que les interesa.