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Engañadas y explotadas: así ha crecido el abuso contra las trabajadoras del hogar

Hablamos con la responsable de una red de ayuda a mujeres "vulnerabilizadas", migrantes explotadas como trabajadoras del hogar

Punto de Fuga: Mentiras y armas en la resaca electoral de Estados Unidos

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La pandemia está haciendo crecer la explotación de las trabajadoras del hogar que en un 95% son mujeres y en un 50% inmigrantes. Esa condición viene de la necesidad de esas mujeres de aceptar trabajos precarizados por venir de países con malas condiciones de vida y por la ley de extranjería de una “sociedad capitalista y de consumo donde se consumen también las vidas, los seres humanos”, en palabras de Marcela Bahamón.

Bahamón es responsable de la red de ayuda Asociación Intercultural de Profesionales del Hogar y de los Cuidados (AIPHYC) que trata de detectar esos abusos y ayudar a las víctimas. Asegura que es el Estado español y la sociedad la responsable de esta situación. En España, desde 2005 se ha intentado regularizar el trabajo del hogar y cuidados, reconoce, pero “solo hasta 2011 y gracias al activismo de muchas mujeres lograron que se hiciese un real decreto donde hay unos mínimos derechos que todavía no llegan a ser unos derechos en condiciones dignas”.

La responsable asegura que en muchas ocasiones se les niega a estas trabajadoras el derecho a un salario mínimo o al descanso y muchas de ellas también creen que carecen de derechos por no tener la documentación en regla.

Durante el confinamiento se han encontrado casos de trabajadoras externas que han sido obligadas a ser internas, pero sin los derechos que eso conlleva. “Mucha gente cree que las trabajadoras internas deberían estar contentas de tener un techo y comida y no deberían siquiera cobrar un salario”, dice Bahamón, algo que cree, demuestra que la sociedad está anclada en normativas antiguas.

Desde AIPHYC culpan a la falta de voluntad política para revertir esta discriminación. Desde sus redes, la organización informa y ayuda a sus compañeras para que conozcan sus derechos. “Nos han contactado muchas compañeras”, cuenta Bahamón. Algunas tienen que lidiar con situaciones de estrés y duelo migratorio que se suman a la precariedad.

Siete mujeres engañadas y sin cobrar en un chalet de Valencia

Hace unos meses colaboraron en la operación policial “fake job” por el caso de explotación de una compañera en Valencia que no cobraba salario desde enero y durante el confinamiento no podía salir, llegando a un nivel de estrés que le provocaba desmayos. Luego detectaron que había tres compañeras en esa casa, además de otras tres que ya habían ayudado a salir de allí y avisaron a las autoridades.

Ahora están en medio del proceso judicial. “A una de las víctimas incluso la llegaron a timar”, relata Bahamón. Haciéndole creer que le ayudarían con los papeles le pidieron dinero obligándola a endeudarse en su país de origen.

 
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