No toquen campanas
No hay razón alguna, por el momento, para pensar que el pimpollo vaya a moderar su postura de oposición feroz y desleal. Afirma muy digno que hasta aquí hemos llegado, pero sigue gobernando con ellos en Madrid o Andalucía, suplicando sus votos
Madrid
Nada, nada, no se priven ustedes de aplaudir al pimpollo Casado, y gozosos, elevar los brazos al cielo para saludar a este renacido gran líder, el hombre nuevo de la derecha europea y moderada que España, tan angustiada, necesitaba con urgencia.
Pero cpmo se preguntarán ustedes, ¿el Ojo no se suma, eufórico, al advenimiento de esta refulgente estrella del firmamento político? Pues miren ustedes: para nada. Porque el Ojo, vetusto y resabiado, no ve por ahora más que la batallita entre los dos señoritos de la gran derecha para lograr la victoria en su lucha intestina, que el líder del PP ha visto demasiado cerca al desaforado Abascal. Tú, ahí, ni se te ocurra acercarte, ha venido a decirle.
Pero no hay razón alguna, por el momento, para pensar que el pimpollo vaya a moderar su postura de oposición feroz y desleal. Afirma muy digno que hasta aquí hemos llegado, pero sigue gobernando con ellos en Madrid o Andalucía, suplicando sus votos. No toquen campana alguna, hasta comprobar cuánto hay de mona y cuánto de seda.