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El telégrafo de los caracoles de Benoit

Mientras unos se comían los caracoles, Jacques-Toussaint Benoit teorizó sobre una conexión telepática entre estos gasterópodos. Y el 2 de octubre de 1850 dio el primer paso para sacar provecho económico de esto

El telégrafo de los caracoles de Benoit

El telégrafo de los caracoles de Benoit

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Es innegable que el siglo XIX fue un gran siglo para los descubrimientos científicos, pero no lo fue menos para los charlatanes seudocientíficos. Como para la mayoría de nosotros los descubrimientos científicos son poco menos que magia, es inevitable que alguien intente aprovecharse de nuestra ignorancia para afirmar tremendas magufadas.

Jacques-Toussaint Benoit no era un hombre con una gran preparación intelectual pero ciertamente tenía imaginación. En lugar de comerse los caracoles como la mayoría de sus compatriotas, este ocultista francés desarrolló una teoría según la cual estos gasterópodos establecen una conexión telepática permanente con sus compañeros de copulación. Vamos, que lo de “te llamaré mañana” no les hace falta ni decirlo. A este descubrimiento o intuición Benoit lo llamó “el compás pasilalínico empático”, pero pasó a la historia con el nombre de “el telégrafo de los caracoles”. Según Benoit, esta comunicación funcionaba a cualquier distancia y con una fiabilidad absoluta.

No os sorprenderá saber que el amigo no se conformaba con haber descubierto esta forma de comunicación: también quería sacar de ella beneficio económico, formando una especie de teclado de caracoles en el que cada uno de los pobres gasterópodos transmitía una letra. Tampoco os sorprenderá saber que no le llovieron las ofertas económicas. El 2 de octubre de 1850, consiguió convencer a un posible inversor y a un periodista para asistir a una demostración. El inversor, viendo que Benoit iba continuamente de un extremo a otro para supervisar a sus asistentes, sospechó que era todo un engaño. El periodista, por su parte, quedó totalmente convencido e hizo un artículo muy favorable a Benoit. El empresario, que tenía que jugarse su dinero, pidió una segunda prueba más rigurosa. Benoit accedió… pero desapareció antes de hacerla. Se dijo que había sido visto vagando por las calles de París, hasta que murió a principios de 1852. Los caracoles siguieron formando parte de la gastronomía, viendo frustrado su rol de transmisores de información.

 
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