¿Era necesario inaugurar un dispensador de gel hidoalcohólico?
"Si, en general, es ridículo inaugurar un dispensador de gel hidroalcohólico, hacerlo seis meses después de la declaración de la pandemia y en pleno rebrote del contagio demuestra un grado de estulticia difícilmente superable", la polémica del día de Isaías Lafuente
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Madrid
Seguramente, cualquier político al que un asesor le propusiera inaugurar un dispensador de gel hidroalcohólico en el Metro de su ciudad declinaría tan chusca idea y prescindiría del consejero. Como no lo han hecho, suponemos que la solemne inauguración que han protagonizado el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, y su responsable de Transportes, Ángel Garrido, ha sido idea propia. Vamos, que el ridículo no puede ser transferido. Y es grande…
Porque si, en general, es ridículo inaugurar un dispensador de gel hidroalcohólico, hacerlo seis meses después de la declaración de la pandemia y en pleno rebrote del contagio demuestra un grado de estulticia difícilmente superable. Pero ellos lo han hecho cuando nos han explicado, también solemnemente, que la intención es concienciar a los ciudadanos de la importancia de mantener la higiene de manos, como si fuéramos gilipollas, extraterrestres o extraterrestres gilipollas, por si no tuviéramos bastante con decidir si somos virus o vacuna, que es lo último que nos propuso el inefable Aguado. Y es entonces cuando la estupefacción se convierte en indignación y, una vez más, nos preguntamos qué hemos hecho nosotros para merecer esto.