Isabel Coixet, Premio Nacional de Cinematografía
El Ministerio de Cultura reconoce la labor de la directora más internacional del cine español
Madrid
Catalana con alma japonesa, referente para una generación y la directora más internacional de nuestro país, Isabel Coixet ha sido reconocida con el Premio Nacional de Cinematografía 2020 que otorga el Ministerio de Cultura por su trayectoria. El jurado destaca una carrera de más de tres décadas caracterizada por abrir nuevos caminos en el cine español. "Es una cineasta que destaca por su libertad para elegir temas, su valentía para asumir riesgos, su inconformismo, su versatilidad y la proyección internacional de su trabajo. Su apoyo a una nueva generación de cineastas, su compromiso con la igualdad y las causas sociales, la convierte en un estímulo y referente imprescindible. El cine español no sería el mismo sin el cine de Isabel Coixet", reza el fallo.
Autora de títulos como 'Mi vida sin mí', 'La vida secreta de las palabras', 'La librería' y más recientemente 'Elisa y Marcela', la filmografía de Coixet es tan variada que cuesta etiquetarla. Realizadora y guionista, ella dice que prefiere escribir y dirigir a solo ponerse ante la cámara. Su universo es tan amplio que el intimismo de sus historias puede surgir en una plataforma petrolífera o en el Polo Norte. “Las historias me han ido saliendo, pillando, encontrando. Siempre he sentido esta cosa mística, siendo yo poco mística, de que las historias han pasado a través de mí. Las historias que de una manera más fácil he escrito, siempre he tenido la sensación de que no he sido yo, que era una historia que estaba ahí flotando y que pasaba a través de mi, que yo era una especie de vasija conductora. Tienen muchas cosas en común, en todas las películas que he hecho hay muchas más secuencias de personajes solos que de personajes acompañados. La soledad, la intimidad, la intimidad de uno solo consigo mismo, sí que es algo que está presente en esas películas”, contaba el pasado año en una masterclass.
Verso libre, su carrera, ajena a lo comercial, ha sido reconocida también internacionalmente con su participación en festivales como los de Berlín o Cannes. Y esa valentía e inquietud vienen en parte de sus orígenes. “Creo que soy una persona enferma, profundamente enferma. Tú ves algo difícil e imposible, y digo para allá voy. Debe haber algo en mí desde pequeña de hacer cosas que no están… Igual que lo de empezar en el cine en una familia con un padre obrero y de una madre ama de casa que había trabajado hasta que se casó con mi padre, que no veía bien esto. Siempre que veo aquello de Anthony Hopkins diciéndole a Jodie Foster en ‘El silencio de los corderos’ eso de que solo una generación la separa del hambre, yo pensé que hablaba de mí. Solo una generación me separa del hambre, del hambre vivida por los dos lados de mi familia. De esa cosa que nada te prepara para lo que quieres hacer o lo que sueñas con hacer, de eso nace esta cosa del Polo Norte, Juliette Binoche y una japonesa haciendo de esquimal, pues dices vamos para allá”,
Autora total, con una personalidad arrolladora, se ha acostumbrado a las críticas, a los vaivenes de un oficio a veces ingrato, dice, en el que la prensa y el público suelen estar divididos con sus trabajos. “La vida está en todas partes, está en el conflicto y está en la ausencia de conflicto. La vida de un director es una montaña rusa, a veces te quieren mogollón y a veces no te quieren nada. Yo siempre pienso, a ver si remonta la cosa y me vuelven a querer. Es esta vulnerabilidad extrema con la que todos jugamos. Lo que voy a decir quizás suena a que soy una persona un poco paranoica o maniática pero lo cierto es que hay directores que tienen bula, y hagan lo que hagan a todo el mundo le parece bien. Y hay directores que nos miran más con lupa. A mi desde el principio de mi carrera, me ha tocado que me miren con lupa y no me perdonen nada. Yo solo siento así”, añadía.
Fuera de la ficción, la realizadora ha rodado varios documentales de denuncia. Desde una charla con el juez Garzón hasta una producción sobre las torturas en el Chad. “Hay un activismo de una manera profesional y seria, que creo que es el que tiene que ser. Luego hay los que tenemos buenas intenciones, el infierno está lleno de ellas, y con esas buenas intenciones a veces acertamos más veces que otras”. Además, también destaca con su faceta como productora de jóvenes talentos, ya sea de cortos o de documentales, como 'Cartas mojadas', sobre la labor del Open Arms ante la inmigración. Coixet también se ha adentrado en el mundo de las series recientemente con 'Foodie Love', una obra personalísima sobre el amor y la comida para HBO, y este año ha rodado su último proyecto, pendiente de estreno, el largometraje 'Nieva en Benidorm'.
Es el tercer año consecutivo en que el Premio Nacional de Cinematografía recae en una mujer, en las anteriores ediciones lo recogieron la directora Josefina Molina y la productora Esther García. En un momento de incertidumbre para el sector, Coixet, que ha colaborado para algunas plataformas de streaming, es firme defensora de la experiencia en salas. “Cuando alguien me dice que está viendo mi película en un autocar, me enfurezco. Pero bueno, hay muchas cosas con las que un director tiene que vivir, está es una de ellas”.