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'Skam', la serie que lucha por la tolerancia con una protagonista musulmana

Hajar Brown protagoniza la cuarta y última entrega de la ficción adolescente de Movistar + que dirige Begoña Álvarez

Madrid

Los alumnos en la ficción vuelven antes a las aulas que en la vida real. Y lo hacen en la serie que ha retratado con mayor realismo y honestidad a la generación Z: ‘Skam’. La cuarta temporada de la adaptación de la serie noruega producida por Zeppelin se ha estrenado ya en Movistar+, con ese formato tan particular de clips de vídeo colgados en su web y donde cada domingo podremos ver un nuevo capítulo completo de esta serie adolescente que muestra las inquietudes y problemas por los que pasan un grupo de adolescentes que estudian en un colegio público. Cada una de las temporadas se ha centrado en un personaje en concreto, explorando temas tan candentes como la dependencia personal, el acoso, la exploración de la identidad o el trastorno límite de personalidad. En esta última entrega conoceremos más a fondo a Amira, una musulmana respetuosa con sus creencias y costumbres que trata de adaptarlas a la cultura en la que vive.

Es la primera vez que una serie en España coloca como protagonista absoluta a una musulmana practicante, la joven Hajar Brown. La islamofobia será el tema principal de esta última tanda de capítulos a través de este personaje, rodeado de un aura misteriosa en las anteriores temporadas, acostumbrado a sufrir las miradas y comentarios de todos sus compañeros y también de los adultos. Además de la crisis de identidad tan propia de la adolescencia, Amira tiene que enfrentarse a los prejuicios e ignorancia de muchas de las personas que la rodean.

‘Skam España’ siempre se ha caracterizado por ser uno de los retratos más cercanos y certeros de la adolescencia, contada con el lenguaje de los jóvenes y con las herramientas que ellos utilizan para comunicarse. También se empeña no solo en mostrar conflictos, sino en ofrecer salidas con una labor pedagógica sin miedo a entrar en toda su complejidad. En esta temporada la representación del islam probablemente cambie muchas ideas equivocadas sobre esta religión. “En todas las temporadas ponemos a los personajes frente a sus propias contradicciones y mostramos que no hay una respuesta válida nunca, que no hay un único camino. La vida consiste en lidiar con tus contradicciones. Puedes tener un discurso absolutamente bien aprendido, como es el feminista en el caso de Nora, el de la tolerancia en Cris, el de la diversidad cultural y religiosa en Amira, hasta que te llega ponerlo en práctica y ser tú el protagonista. Entonces los discursos dejan de ser tan fáciles y la teoría deja de ser tan sencilla. Amamos ‘Skam’ porque intentamos, y creo que lo conseguimos, dar un mensaje de tolerancia entre las contradicciones”, explica Begoña Álvarez en conversación con ‘El Cine en la SER’.

Uno de los grandes aciertos de Skam es el casting, uno de los pilares de la serie en el que se muestran jóvenes reconocibles. La directora y productora ejecutiva lleva años trabajando en ficción adolescente, y cree que, por fin, se ha llegado a un momento de representación lejos de lo aspiracional. “El cambio en estos años ha sido bruta. Afortunadamente, por poner un ejemplo, no hemos ido a buscar un casting en el que alguien tenga que ir a cumplir un requisito físico o estético. Uno de los objetivos ha sido no ser aspiracionales. No queremos eso, queremos ser realistas, representativos, y queremos que los chavales con granos, con aparato en los dientes, con lo que quiera que sea, se sientan y se identifiquen. Para nosotros ha sido fundamental no perder ese respeto por la adolescencia como grupo humano que se va a sentar a ver un producto por y para ellos, no al servicio de unos adultos que se tienen que sentir a gusto con la moraleja que les estamos dando”, añade.

Hajar Brown comenzó asesorando al equipo en su propio personaje y guarda muchas semejanzas con Amira. Ambas son jóvenes musulmanas que viven en una sociedad en la que muchas veces no son bienvenidas en el debate feminista, y en ambos casos, en la realidad y en la ficción, luchan para abrir el foco en ese colectivo. “Lo llevo como cualquier otra mujer, intentando romper barreras, prejuicios, que se nos escuche, que se nos tenga en cuenta. La lucha de las musulmanas, aparte de dentro de nuestra comunidad que se nos valore, es enseñar fuera que no solo existe un tipo de feminismo y un tipo de lucha. Hasta que estemos todas bien la lucha no termina”. Una responsabilidad, la pedagógica y la de romper estereotipos, que no supone una carga para ella, y que, con la temporada finalizada, se siente orgullosa de haber podido ser ese modelo en el que le gustaría haberse mirado cuando era niña. “Sabía que esto iba a pasar algún día pero no sabía que iba a ser tan pronto, que iba a ser de esta manera y que iba a ser de mi mano. Ya era hora de enseñar las cosas bien, de romper estereotipos, dejar de perpetuar prejuicios e información negativa. Ya era hora de que se hiciera algo así porque, aparte de que el público lo pedía, pienso que es necesario”.

Una serie con la etiqueta adolescente y dirigida a ellos que lucha también por cambiar la percepción social de estas nuevas generaciones. Conectadas al móvil, sí, pero mucho más concienciadas con la tolerancia, el respeto y la diversidad que las anteriores. “Queda mucho camino por recorrer, a mí haber descubierto y poder conocer este grupo de gente tan joven con un planteamiento tan tolerante hacia todo el mundo me da una alegría infinita porque se acerca mucho más a la sociedad en la que me gustaría vivir. Creo que vamos en una buena dirección y ellas son la mejor representación de esto”, concluye Begoña Álvarez sobre este viaje emocional que la ha acompañado en estos años.

 
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