El astronauta que no era Armstrong
El 20 de julio de 1969, el científico Michael Collins observó desde el Apollo XI como sus compañeros pisaban la Luna por primera vez en la historia
Los tres astronautas que se embarcaron en la misión del primer alunizaje / Getty Images
¿A quién no le ha pasado lo de ser el convidado de piedra en la cita de otros? ¿O lo de levantarse a medianoche para ir a buscar a tu hijo en la discoteca? Son momentos en los que tienes la sensación de ser el actor secundario en la película de otro.
Algo así debió pensar Michael Collins el 20 de julio de 1969. Que el nombre no os suene viene a ser la confirmación de lo que os estoy diciendo. Porque Michael fue el que estuvo dando vueltas con el vehículo mientras otras dos personas se llevaban la fama. Si os digo el nombre de esos dos individuos, Buzz Aldrin y Neil Armstrong, veréis como ya inmediatamente sabéis que estoy hablando del aterrizaje lunar. Los tres fueron los tripulantes del Apollo XI, que salió de la Tierra para que la humanidad pusiera por fin pie en nuestro fiel satélite.
Pero claro, una vez que se escogió a los tres hombres, también se supo que uno de ellos tendría que quedarse en el módulo que orbitaría la Luna mientras los otros dos bajaban hasta la superficie con el vehículo lunar. Y a Michael le tocó la pajita más corta.
Él fue el que se quedó orbitando mientras primero Neil y después Buzz ponían sus pies y la bandera americana en la luna.
Vamos, que fue un gran día para la humanidad, y un día regulero para Michael Collins. Según sus propias palabras, estaba más preocupado por la posibilidad de que sus colegas muriesen y tuviera que volver él solo a la Tierra, pero me cuesta creer que no hubiese ahí un cierto resquemor. Así que, si nos estás escuchando, Michael, que sepas que valoramos tu rol de chofer lunar, de verdad.
