Aprender a escuchar
No sabemos si saldremos mejores de esta situación, pero por lo que parece, estamos de momento más dispuestos a escucharnos. Y ese podría ser el resumen de esta primera semana: que a veces basta con poner el móvil en silencio
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Madrid
Quizá es una anécdota, quizá es señal de nuestro tiempo. Intervenía un diputado de adelante andalucía en el parlamento, Diego Crespo, y preguntaba al consejero Elías Bendodo. Pero el consejero se puso a hablar por teléfono. Luego dijo Bendodo que quien llamaba era el presidente de la Junta y que le atendió diez segundos.
La imagen ilustra muchas cosas no ya de la política, sino de la sociedad. Pero contrasta con lo que hemos vivido esta semana. A ver si la nueva normalidad va ser eso: que los partidos se escuchan y se entienden, como si esto fuera Blade Runner y fuéramos a ver cosas que no creeríamos: partidos que se ponen de acuerdo, empresarios y sindicatos también de acuerdo y luego de acuerdo con el Gobierno. Es verdad que hay excepciones.
Esta semana se ha visto también que queda Vox para que nadie olvide la crispación, porque la crispación es una estrategia, no es una manera de hacer. Aunque luego Vox se lleva las respuestas que se lleva.
Ironía frente a la crispación y el Congreso como termómetro de la nueva normalidad. Que es una vida en la que un ministro pueda ponerse a hablar entre aplausos.
Así arrancó ayer la intervención de Salvador Illa, que un día antes -lo escuchamos aquí- se fue despidiendo de sus oponentes con un comentario para cada uno. Al principio, una de las dudas de la pandemia era si saldríamos mejores. No hemos aún y puede que al salir seamos los mismos. Pero, por lo que parece, estamos de momento más dispuestos a escucharnos. Y ese podría ser el resumen de esta primera semana: que a veces basta con poner el móvil en silencio.