Los cracks cero

Madrid

Un futbolista inglés de 22 años llamado Rashford, del Manchester United, ha conseguido que el Gobierno británico mantenga los cheques de comida a los escolares durante el verano, porque él fue un niño que necesitó la ayuda del Estado para comer, y se embarcó en una iniciativa a través de las redes sociales apoyada por millones de personas, que ha doblado el pulso a Boris Johnson.

Yo he mirado para dentro y he echado de menos un paso adelante de nuestras estrellas futbolísticas no sólo en ese ámbito, sino en cualquier ámbito. Un paso al mismo nivel trascendente que ellos mismos tienen fuera del campo de fútbol. No tanto referido a su sueldo o a sus privilegios, como a su iniciativa. Plantar su cara, su mensaje, su liderato en causas urgentes. Tienes peso en tus patrocinadores, en multinacionales, tienes fans entre multimillonarios, tienes millones de fans.

Siempre estamos hablando de excepciones. Hoy Rashford, ayer el español Juan Mata con la donación del 1% del sueldo a un proyecto benéfico. Y digo que he echado de menos a las estrellas ya no en la pandemia sino siempre. Porque la percepción es que incluso en este ensayo de final del mundo están teledirigidos por sus marcas, enmudecidos por sus asesores, esclavos de movimientos milimétricos en causas muy consensuadas, tan unánimes que son casi transparentes. Se les echa de menos en la política, no la del barro; la política de tirar de la sociedad. De promover cambios o de legitimarlos, de apoyarlos, de consolidarlos. De usar su proyección y no dedicarla sólo a Nike o Adidas, también a los asuntos que mejoran el mundo.