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Historia | Ocio y cultura

Lucrecia Borgia

Fue hija de Rodrigo de Borja (que doce años después se convertiría en el papa Alejandro VI, con su apellido ya italianizado en Borgia) y de su amante Vannozza Cattanei. Tutelada por Adriana Orsini, familiar de Rodrigo, Lucrecia aprendió idiomas, canto, música, danza, arte... todo lo necesario para moverse en el mundo de la nobleza italiana

SER Historia: El Palacio Ducal de Gandía y los Borja (07/06/2020)

SER Historia: El Palacio Ducal de Gandía y los Borja (07/06/2020)

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Madrid

Cuando su padre se convirtió en Papa, pasó a ser una de las jóvenes más deseadas, pero además en un instrumento de transacción diplomática. A los 13 años la casan con Giovanni Sforza, que llevaría a ambas familias a obtener una importante alianza. Sin embargo, esta unión no terminó de ser del agrado de los Borgia, que necesitaban mejores influencias y trataron de anular el matrimonio de diferentes formas. Finalmente, Giovanni tuvo que admitir ser impotente y, puesto que no se había consumado el matrimonio, se anuló. Poco después sería casada con Alfonso de Aragón, lo que propiciaba una alianza especialmente buena para su hermano César. Este matrimonio sería más ventajoso, si bien con el tiempo Alfonso cayó en desgracia y murió asesinado (1500). Las sospechas recayeron sobre César Borgia. Lucrecia estaba libre y se volvió a casar, esta vez con Alfonso d’Este. Partiría entonces a Ferrara donde en 1505 se convierte en duquesa (dos años antes había muerto Alejandro VI) y allí tuvo varios hijos, se hizo mecenas y empresaria, instalando una granja de búfalos.

Aunque hay mil y un rumores sobre su vida (los más oscuros hablan de relaciones incestuosas con su padre y su hermano), el hecho cierto es que fue obligada a casarse varias veces y significativamente, con su último esposo, Lucrecia vivió su etapa más feliz pues al fin estaba alejada de su familia, y fue entonces cuando demostró sus dotes de mando (cuando Alfonso estaba fuera y ella ejercía de regente). También tuteló a varios artistas y escritores (Tiziano alabó muchas veces su gusto y la tuvo por musa). Tras contraer unas fiebres puerperales al dar a luz al último de sus hijos, a Isabella María (que murió a las pocas horas), Lucrecia falleció un 24 de junio de 1519 y fue enterrada en el monasterio del Corpus Domini de Ferrara. Apenas tenía 39 años. Sus habitantes la lloraron y la despidieron con el apelativo de “la buena duquesa” y también “la madre del pueblo” por las obras de beneficencia que hizo.

El misterio y la polémica que siempre rodeó la vida de Lucrecia Borgia (para unos era una arpía y para otros, una víctima de una familia cegada por el afán de poder), ha motivado a grandes escritores como Víctor Hugo (cuya obra teatral sirvió para una ópera de Donizetti), Alejandro Dumas, Mario Puzo o Alejandro Jodorowsky a convertirla en el centro de su fantasía, algunas veces para bien y otras para acrecentar su inmerecida leyenda negra. Lo que está claro es que Lucrecia jamás envenenó a nadie ni mandó asesinar a nadie. Dario Fo, Premio Nobel de Literatura, escribió un libro sobre ella y dijo: «Fue una mujer espléndida, culta, gentil, delicada y casi tímida. Y también valiente y fuerte. Pero esa Lucrecia Borgia no vende. Se vende muchísimo mejor pintarla como una gigantesca puta».

 
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