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Los últimos reyes godos

Fueron tres siglos de monarquía visigoda y 33 reyes oficiales los que ocuparon su trono con desigual duración y suerte. Más de la mitad acabaron asesinados o derrocados. Así se las gastaban en plena Edad Media mientras intentaban hacer de Hispania una nación unida. Empezaron siendo arrianos y acabaron convertidos al catolicismo, renegando de los judíos a los que hicieron la vida imposible. Gracias a obras divulgativas como la de Juan Antonio Cebrián y la de Daniel Gómez Aragonés, ya no son tan desconocidos y antipáticos

SER Historia: Los últimos reyes godos (24/05/2020)

SER Historia: Los últimos reyes godos (24/05/2020)

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Madrid

Hoy sabemos que Don Rodrigo no fue el último rey godo sino que hubo otros dos de efímera existencia y de reinado descalabrado. Pero, sin duda, los últimos treinta años de monarquía visigoda marcan una época turbulenta en la que se compaginaron errores humanos a la hora de gobernar con catástrofes, hambrunas y pestes. Oficialmente, con Rodrigo se termina la dinastía, el linaje y la monarquía visigoda en España que había empezado en el 415 con Ataulfo y su esposa Gala Placidia y terminado en el 711 con la invasión musulmana, pero el reino no cae de golpe. Es más, Tariq y Muza dejan llevar al pueblo una vida como la de antes, sin imponerles sus costumbres o su religión. Se comprometen a respetar las propiedades y privilegios de los colaboracionistas, exigiendo a cambio una serie de impuestos. Cada vez van ganando más territorio ante la impasibilidad del pueblo que no acepta aquello como una invasión.

El joven Agila II, mientras tanto, siguió gobernando allí donde pudo y le dejaron, sobre todo, en ciertas zonas de la Tarraconense y Septimania, hasta que murió en el año 716. Le sucede su hermano Ardabasto o Ardo, que, en el crepúsculo de la dominación visigoda, en el área que abarcaba desde Narbona hasta Cataluña, reinó sobre estos territorios sin llegar nunca a acuñar moneda. De su mandato hay pruebas en textos hallados en algunos monasterios catalanes. La vida de Ardo, el último rey godo, llega a su fin en el año 720 sin que ningún otro gobernante visigodo asumiera ya el trono.

A don Rodrigo se le pierde el rastro tras la batalla de Guadalete y su tumba está en paradero desconocido, aunque hay indicios de que pudo estar en Viseu. Con su fallecimiento empezaría ese periodo de casi 800 años que algunos llaman Reconquista y otros Recuperación del reino cristiano visigodo.

Lo cierto es que tras la batalla de Covadonga (según Sánchez Albornoz fija la fecha el 22 de mayo de 722, aunque otros historiadores más modernos la sitúan en el 718), con Pelayo al frente de un reducido número de hombres (no más de 300 combatientes), y con su aplastante victoria, se iniciaría una nueva etapa en Hispania que, con el tiempo, daría lugar al surgimiento de nuevos reinos feudales.

 
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