Las extrañas vacaciones de Semana Santa
Los profesores cuentan en La Ventana cómo llegan a este inédito paréntesis escolar en mitad del confinamiento y las clases telemáticas
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Las extrañas vacaciones de Semana Santa
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Madrid
¡Por fin vacaciones!, aunque sean en casa y sin salir. Millones de alumnos y sus profesores inician desde hoy las vacaciones de Semana Santa más atípicas que se recuerdan en pleno estado de alarma. Los estudiantes siguen sin ir a clase pero hasta el 14 de abril la inmensa mayoría no tendrá que hacer deberes ni tampoco asistir a las insólitas clases por videoconferencia, WhatsApp o correo electrónico con sus profesores.
Un pequeño respiro muy merecido y muy necesario después de tres semanas en las que los profesores han tenido que reinventarse echando horas y horas de trabajo muy duro para poder atender a sus estudiantes en circunstancias nada fáciles.
‘A las ocho de la mañana ya estamos conectados, primero con Lola, la secretaria del cole, y después ya con el resto de profesores. Y ayer, por ejemplo, a las seis continuábamos en reuniones telemáticas con todas las profes de infantil, a las que mando un beso muy fuerte. De verdad, que no somos máquinas de vomitar contenidos, siempre nos llevamos a los niños a casa, los problemas que tienen, y ahora los tenemos las 24 horas al día en la cabeza’, ha contado Marta, maestra de primaria de Alpedrete (Madrid).
‘Nuestros niños no tienen ordenador, nuestra prioridad ahora es que puedan comer’
Una de las preocupaciones principales de maestros y profesores estos días es por aquellos alumnos que no tienen ordenador o Internet en casa o que deben compartir esos recursos con los padres que teletrabajan. Y es que la crisis está evidenciando la brecha económica y digital en una situación en la que la escuela no puede garantizar siempre igualdad de oportunidades.
Es lo que vive Virgina, directora de un colegio de infantil y primaria en una de las barriadas más humildes de Málaga, la de Palma-Palmilla. ‘Aquí nuestra prioridad ni siquiera es académica, es intentar que a los alumnos no les falte comida. Conexión a Internet no tiene casi ninguno, porque su situación es muy precaria. Algunos tienen móviles pero sin contrato, con tarjeta. Hacemos lo que podemos y acabamos de conseguir que Kellogs, con los que llevamos tres años en un programa para los desayunes escolares, Better Days, nos vayan a dar una cesta de la compra cada dos semanas mientras dure esta situación’, ha explicado.
‘Les pido que escriban historias distópicas sobre esta crisis’
La situación está suponiendo para muchos profesores una reconversión a marchas forzadas en alternativas docentes digitales. Aunque para Cristian Olivé, profesor de Lengua y Literatura en un colegio concertado de Barcelona, ‘eso supone una nueva oportunidad para acercarse más a la realidad de los jóvenes, muy próxima a las redes sociales y al móvil’. Una estrategia educativa que él ya ponía en marcha en sus clases presenciales y que mantiene ahora con tareas en las que les pide ‘relatos de confinamiento en Instagram o historias distópicas sobre el futuro. Intento que hagan cosas que luego les ayuden a recordar cómo vivieron este confinamiento de manera no traumática sino creativa’. Olivé les ha dado vacaciones para que descansen y estén con la familia: ‘les he pedido a los adolescentes que dejen su encierro en su habitación y salgan al comedor a interactuar con los suyos’ ironiza.
‘Sin los padres que ahora hacen también de profes en casa, esto no saldría’
Esta crisis también está poniendo a prueba a muchos profesores que también son padres. Como Roberto, profesor de ESO y Bachilerato en el Blanca de Castilla, de Burgos, y que a diario se tiene que poner de acuerdo con los deberes de sus hijos Marco y Pablo, de 10 y 7 años. ‘Primero descargamos sus tareas en la tablet y se ponen ellos en marcha y entonces yo me encierro con el ordenador, el móvil, cámara y todos los aparatos para empezar con mis clases. He intentado convertir el problema en oportunidad y buscar nuevas ideas, trastear con las tecnologías, un poco de todo. Los alumnos están bastante receptivos, van haciendo las tareas, nos hacen continuamente preguntas y eso nos da ánimos a nosotros porque vemos que el esfuerzo que estamos haciendo al otro lado está teniendo buena acogida’.
‘Se trata de que entre todos podamos seguir aprendiendo aunque sea de otra manera. El aplauso quiero dárselo también a los padres y madres que están haciendo de profes en casa, si no fuera por ellos sería imposible. Y también aplaudo a nuestros alumnos’, ha relatado Ana Zugaza, el instituto Bertendona, de Bilbao. ‘Nos hace ilusión que nos echen en falta, que nos digan ‘profe quiero ir a clase’. Están redescubriendo la importancia del aula. Y que todos recordemos lo importante que es la labor educativa. Que se valore nuestro trabajo, que se nos respete’.