Las cosas pequeñas también cambian
El escritor Juan Tallón reflexiona sobre las tareas que antes del confinamiento nadie quería hacer y ahora nos dan la vida
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Las cosas pequeñas también cambian
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Galicia
Necesitados de hacer cosas que no sirven para casi nada, salvo para decir que haces cosas y tener la sensación de que la vida se mueve, en casa ya hay peleas por hacer la cama.
Encerrados por el coronavirus, es la actividad estrella. Antes era una tarea irrespirable. Solo pensar en las pequeñas acciones que requería, llorabas: airear el dormitorio, echar hacia atrás las sábanas y, a continuación, hacia delante. Estirarlas, ir a un lado y a otro, hacer bien el embozo, derechito, doblar el pijama, ahuecar las almohadas, alinearlas. Por no hablar de colocar los cojines. Pero, de repente, cambiaron las cosas importantes y, sin querer, también las pequeñas. Ahora hacer la cama es un lujo. Te da pena que se haga tan rápido en vez de por capítulos. En el pasado si te preguntaban ¿qué tal tu día?, resumías y decías que tuviste una reunión con el presidente de la compañía, que comiste con no sé quién y, como mucho, que ibas a divorciarte. Ahora, si un amigo te llama por Skype, le explicas que "Dios aprieta, pero no ahoga", porque hoy te toco a ti hacer la cama.