El coronavirus despide a los muertos en soledad
Llegan los entierros y velatorios en tiempos de coronavirus
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El coronavirus despide a los muertos en soledad
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Madrid
Llegan los entierros en tiempos de coronavirus, cambios que afrontan los trabajadores del sector funerario. Este recorrido empieza en el Tanatorio de San Isidro de Madrid, donde no se están realizando velatorios por las restricciones para evitar contagios.
Lo primero que nos llama la atención son los tres coches que, como máximo con dos personas en el interior, todos con mascarillas y guantes, esperan en la puerta del garaje del tanatorio. En total, solo cinco miembros de la familia esperan el coche fúnebre, que porta el ataúd de la abuela de casi 90 años que ha muerto de repente, no creen que sea por COVID, no lo saben porque no hubo pruebas. Ha sido un velatorio que no olvidarán porque casi no había familiares en el interior del tanatorio. Nos dio tempo a ver que muchas de las salas estaban ocupadas, había muchos fallecidos pero, algo inusual en un tanatorio, silencio absoluto, no se veía a nadie porque las familias no pueden estar, solo unos minutos.
Cementerio de San Isidro
Seguimos en ruta. El cementerio de San Isidro, cerrado como todos a las visitas, celebra entierros en el cementerio de al lado, el Sacramental de San Justo. Nada más llegar aparece un coche fúnebre y de inmediato llega la familia, solo nueve familiares. Uno de los sepultureros, Antonio Sánchez, dice que hay más actividad que de costumbre. Dice Antonio que lleva tres meses como enterrador. Asegura que el protocolo del COVID les avisa de qué ataúdes traen fallecidos que fueron contagiados y que se han tomado medidas excepcionales. Jesús, otro veterano, nos cuenta cómo ha cambiado absolutamente el ceremonial de los entierros esta época del COVID. Juan Carlos Pino, administrativo, dice que es muy diferente. En este primer entierro de los cuatro que vemos durante la mañana, esos nueve familiares, todos con mascarilla, también vienen al sepelio de una persona de muy avanzada edad. Les esperan tres enterradores y el sacerdote. A unos metros, Juan Carlos nos cuenta que algunos féretros están llegando desde los hospitales directamente al cementerio y ni ninguna compañía. Dice que las cifras entierros ha subido ligeramente por el momento pero que estas circunstancias nunca las habían vivido. Del entierro de la una de la tarde nos trae los detalles Luis. Son entierros con poca o casi nula presencia familiar.
Mientras se produce la inhumnación llega a la entrada el reponedor de las máquinas de café y comida y no tiene nada que reponer en lasde vending porque ya no hay visitas y los pocos que van permanecen el mínimo tiempo necesario.
Cementerio de La Almudena
En el cementerio de La Almudena, uno de los más grandes de Europa, también la actividad ha subido mucho. 120 hectáreas de cementerio, donde vemos coches fúnebres entrar y salir por los distintos accesos y al llegar a la zona del crematorio, dos coches fúnebres coinciden en el momento. Los trabajadores de este cementerio público no paran, hay al menos otros tres entierros en las zonas tradicionales de nichos y lápidas. En la zona del crematorio, los dos cortejos fúnebres van en dos coches, uno por muerto y por familia. En un pequeño turismo, los cuatro únicos acompañantes, todos con guantes y mascarillas nos dicen que han venido a despedir al "patriarca" de 88 años.
La Almudena es uno de los cementerios con más actividad diaria de toda Europa, de hecho aquí se entierra a la mayoría de los 3.800 fallecidos mensuales de la comunidad de Madrid, que es la media habitual de los últimos años de mortalidad por mes en esta comunidad. Está casi vacío a pesar de los numerosos entierros que se realizan estos días en el silencio obligado por las medidas contra el coronavirus.