Una comparecencia inútil
Pero sepa, Felipe VI, que la ciudadanía le va a exigir, más pronto que tarde, una explicación convincente sobre esos millones y esa herencia
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Madrid
No acaba de entender este Ojo qué pretendió el Rey Felipe VI con su anunciadísimo discurso. Si creía que su presencia era el bálsamo imprescindible que necesitaban los 46 millones de españoles para poder dormir tranquilos, lo hizo escandalosamente tarde.
Lleva ni más ni menos que 13.716 contagios y 616 fallecidos de retraso. Quizá tuvo sentido en algún punto de la semana pasada, pero en mitad de este drama que estamos viviendo, su presencia ya era secundaria.
¿Y entonces? No pocos españoles esperaban que Felipe VI nos contara algo de ese problema de altísimo calado que está sacudiendo a la monarquía como consecuencia de la actividad de su padre, el Rey emérito. Pero es posible que sus decenas de asesores no vieran cómo encajar el dolor de todo un pueblo con sus cuitas millonarias.
¿Cómo salvar ese abismo imposible? Seguro que en esto acertó. Felipe VI . Pero sepa que la ciudadanía le va a exigir, más pronto que tarde, una explicación convincente sobre esos millones y esa herencia. La esperamos.