Gris, muy gris

¿Tendrá límites la crisis del coronavirus? ¿Hasta dónde llegará el número de infectados, cuántos países se verán zarandeados, cuántas personas fallecerán? Hoy parece imparable su capacidad de destrucción, a pesar de que todos entendemos, excepto los estúpidos habituales de las estúpidas redes sociales, que la mortalidad del maldito virus es muy baja.

Pero se entiende el miedo, cómo no se va a entender si todas las noticias que nos llegan son apocalípticas, una suma terrible de confinamientos, cuarentenas, cierres y prohibiciones, y sobre ello habrá que actuar.

Ayudará, claro que ayudará, que los organismos internacionales que rigen la economía del mundo empiecen a anunciar que van a abrir los grifos y que el dinero nos caerá del cielo como si estuviéramos bajo las aguas de las cataratas del Niágara. A chorros.

También en España el Gobierno de Pedro Sánchez ha anunciado lluvia de millones y una primera y larga lista de medidas fiscales y laborales. ¿Ayuda la oposición? Claro: dice el pimpollo Casado que las medidas del Gobierno son claramente insuficientes. Los chicos de Aznar nunca fallan.