Coronavirus: la nueva normalidad
"Me comprometo a intentar salir del bucle. Porque como sigamos dándole todo el día a la batidora acabaremos con una depresión aguda colectiva. Y no sé ustedes, pero yo desde luego no quiero", la opinión de Carles Francino
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undefinedVÍDEO: ROBERTO CUADRADO
Madrid
Es curiosa la capacidad de adaptación que tenemos los seres humanos. Igual en otras zonas de España menos afectadas no resulte tan evidente, pero en Madrid, por ejemplo, ya hemos aceptado la nueva normalidad.
No hay saludos, no hay abrazos, no hay atascos aunque sí colas en algunos supermercados. Las miradas en el metro o el autobús son más esquivas que nunca, no hay instalaciones municipales para hacer deporte, la actividad cultural está bajo mínimos, aquí en la Cadena SER un tercio de los equipos trabaja desde casa, algunos hospitales rozan el colapso, los chavales estrenan dos semanas sin cole pero con tareas escolares...
Y en mitad de este panorama donde casi todo es nuevo y donde el miedo y los bulos compiten con el coronavirus en velocidad de propagación, ahí emergen historias de lo más diverso.
Así que hoy les contaremos algunas, como es obvio, pero también me comprometo a intentar salir del bucle. Porque la vida continúa, porque ocurren cosas distintas, porque hay otras historias que también merecen ser contadas; y porque como sigamos dándole todo el día a la batidora acabaremos con una depresión aguda colectiva. Y no sé ustedes, pero yo desde luego no quiero.