De Buenas a PrimerasUn mal día lo tiene cualquiera
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Un mal día lo tiene cualquiera

Un poco de propaganda nazi

Una historia especial para el Día Mundial de la Radio

Speech de Goebbels / Getty Images

Speech de Goebbels

Es innegable que la radio fue un gran salto adelante en la capacidad humana para transmitir ideas. Esto se ha traducido en programas tan excelentes como De Buenas a Primeras, pero también en aberraciones que habrían hecho llorar a Marconi.

Hoy vamos a recordar a una de las peores. Durante la Segunda Guerra Mundial, tanto los aliados como los nazis eran muy conscientes de la importancia del estado de ánimo de la población, y de cómo este se podía alterar a través de la propaganda.

Y pocos medios más rápidos y efectivos había para esto que la radio. La BBC empezó su servicio en alemán incluso antes de la guerra, y el régimen nazi no tardó en perseguir a los individuos que estaban “inhalando inglés”, según la descripción que hizo el Tercer Reich de esta práctica.

Pese a las advertencias del gobierno, millones de alemanes escucharon la BBC durante la guerra, conscientes de que la versión de la realidad que les daba el Partido Nazi igual no era siempre muy exacta. Así que Goebbels, el ministro de propaganda, decidió contratacar.

Al empezar la guerra, organizó una emisora que emitiese en inglés para intentar convencer a los británicos de que lo mejor que podían hacer era exigir a su gobierno que se rindiese. Pero claro, los fichajes que hizo la radio alemana no formaron precisamente un Dream Team radiofónico. El más conocido de entre ellos fue William Joyce, un americano que se había criado en Irlanda para luego hacerse la nacionalidad británica y afiliarse a la Unión Fascista de este país.

Justo antes de que lo detuvieran, una vez empezada la guerra, se fugó a Alemania. Allí ofreció sus servicios como locutor y se convirtió en la voz principal de la radio alemana en inglés. Joyce pasó a ser conocido por los británicos como Lord Haw-Haw, por el acento afectado que ponía en sus arengas, simulando ser un inglés de clase alta. Contrariamente a lo que esperaban los alemanes, Joyce era visto con una mezcla de desdén y rabia por la mayoría de los oyentes británicos.Aunque, eso sí, tenía una audiencia envidiable: casi seis millones de oyentes.

Pero pese a mezclar amenazas con sarcasmo y denuncias, Joyce no consiguió convencer a sus compatriotas y tuvo que ver cómo su amado régimen nazi iba perdiendo terreno en el continente.

Eso lo hizo desplazarse a Hamburgo, donde estaba cuando la guerra en Europa terminó, el 8 de mayo de 1945. Veinte días más tarde fue capturado por tropas británicas, que lo llevaron de vuelta a Inglaterra. Allí tuvo su última oportunidad para comunicarse en público, en el juicio al que fue sometido por alta traición.

Evidentemente, había pruebas de sobra para demostrar que no había sido exactamente fiel a su nacionalidad británica, y el 3 de julio de 1946 fue ahorcado por su trabajo como locutor.

 
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