La fuerza o la palabra
Hay que tener un entendimiento muy raro de la política, incluso de los mecanismos que rigen las relaciones humanas para estar en contra del diálogo
Madrid
Dicen ambos, Sánchez y Torra, que sus posiciones están muy alejadas. Lo sabíamos todos. Pero unos creen que esa es razón suficiente para no hablar, mientras otros pensamos que precisamente esa es la razón principal para hablar.
Hay que tener un entendimiento muy raro de la política, incluso de los mecanismos que rigen las relaciones humanas para estar en contra del diálogo.
Desde que el mundo es mundo, los pueblos, las naciones, los grupos de personas, han tenido dos maneras de relacionarse, el uso de la fuerza o el de la palabra. Los fascistas prefieren la primera. Los demócratas, la segunda. Claro que unos cuantos millones de ciudadanos, de Cataluña y del resto de España están convencidos de que esas conversaciones, esas mesas, esos encuentros serán absolutamente inútiles y que acabarán en un sonoro fracaso. Están en su derecho. Pero también han visto que otras medidas, el 155 o la grosería de los antidisturbios no han servido de nada.
Así que callen y respeten a quienes eligen el diálogo. Más valiente. Más inteligente. Ojalá sea más eficaz.