Los padres censores
El escritor Javier Pérez Andújar analiza desde su particular punto de vista el veto parental, una iniciativa de Vox en Murcia que permite a los padres censurar el contenido que se les imparte a sus hijos en las escuelas
Barcelona
Con la mano en el corazón: ¿de los padres censores, qué me dicen? Los padres censores parecen una orden monástica, pero llamarlo censura paterna sería echarle la culpa a la huerta valenciana. Porque de Paterna era Chanquete, es decir, Antonio Ferrandis. O Rojas de la Cámara, que dibujó Don Percebe y Basilio, cobradores a domicilio.
Muchos guiones de aquellas historietas los escribía Armando Matías Guiu, el inventor de los Diálogos para besugos, que comparados con lo que se oye ahora eran diálogos de Platón.
Tampoco tengo muy claro si hay que llamarlo parental. Porque cada vez que oigo hablar de 'parentescu' me imagino a un dictador rumano con su señora. ¿Cómo puede nadie excusarse en convicciones éticas y morales al mismo tiempo? O las unas o las otras. Pues no son una misma cosa la ética y la moral. Ética era lo de Aranguren. Y moral lo del Alcoyano.
Ningún grupo tiene autoridad para imponer sus maneras de vivir al resto de la sociedad. Ni por la fuerza ni haciéndose las víctimas.
La escuela pública es la sociedad, y alguien alérgico a las clases de sexualidad puede fundar un club privado con esa idiosincrasia, pero no tiene derecho a sabotear un proyecto colectivo.Demasiado ávido de implantar su voluntad, un intransigente prefiere sabotear a transformar.
Hoy Murcia en vez de parecer española le da un aire a esos condados del sur de Estados Unidos, donde los creacionistas proscriben a Darwin de las escuelas. ¿Se acuerdan de las familias que no dejan que sus hijas vayan a gimnasia y a natación por razones religiosas? ¿Y de las farmacias que a pesar del SIDA se negaban a vender condones alegando objeción de conciencia?
Por citar a los clásicos del autobús: ¡Que no te engañen. Los niños tienen derechos, y las niñas también tienen!