La trinchera infinita
Madrid
No creo que tuviera ninguna intención de contraprogramar -y si la tenía tampoco importa mucho- pero es curiosa la coincidencia del primer consejo de ministros del nuevo gobierno con el anuncio de la retirada política de Borja Sémper. Porque el hasta ahora portavoz parlamentario del PP en el País Vasco ha dicho un par de cosas sobre el actual momento que merece la pena subrayar. Ha dicho que “un partido no es una secta” y ha confesado tener “la amarga sensación de que la política transita por un camino poco edificante”, que le “incomoda mucho un clima de confrontación permanente”. O sea, exactamente lo que el PP practica de forma sistemática, que amenaza con prolongar todo lo que dure esta legislatura y que Pedro Sánchez, por cierto, parece querer abonar con decisiones como la de la nueva fiscal general el estado.
Pero a lo que iba de la curiosa coincidencia: casi a la misma hora que el presidente del gobierno emplazaba al Partido Popular a renunciar al bloqueo y avenirse al diálogo, uno de los partidarios de intentarlo salía por la puerta de atrás. Así que el abandono de Borja Sémper, un tipo que se pasó quince años con escolta por la amenaza de ETA, no hay que leerlo sólo en clave interna del Partido Popular, que también, sino como una derrota de la moderación y una victoria de los profesionales de la trinchera. Como el título de la peli: partidarios de ‘La trinchera infinita’. Así de claro.
Yo creo que es una mala noticia, que no augura nada bueno. Y dado que Borja Sémper estuvo en estos micrófonos presentando su libro de poemas, poemas de amor y desamor, que son sentimientos que también se dan en política, me parece oportuno recordar unos versos suyos que dicen:
“No supimos bien/
Ni cómo querernos/
Ni cómo dejarnos/.
Y ahora no sabemos cómo olvidarnos/.
Somos una sucesión implacable/
De incompetencia/
Y ensañamiento”
Pues eso.
