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'La trinchera infinita', el franquismo desde un zulo

El trío vasco formado por Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga abordan el drama de los topos del franquismo con Antonio de la Torre y Belén Cuesta de protagonistas. Un retrato monumental de lo político a través de lo íntimo, una metáfora del paso del tiempo en la dictadura desde el amor y la convivencia de una pareja atenazada por el miedo y perseguida por sus ideas

El Cine en la SER: 'La trinchera infinita', el franquismo desde un zulo (31/10/2019)

El Cine en la SER: 'La trinchera infinita', el franquismo desde un zulo (31/10/2019)

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Madrid

Con Franco ya fuera del Valle de los Caídos, se estrena La trinchera infinita, una película que muestra la historia de los topos, republicanos perseguidos y encerrados en sus casas. Antonio de la Torre y Belén Cuesta son los protagonistas. Llega también a las salas el combativo Ken Loach, que vuelve a denunciar la esclavitud de los trabajadores en la Europa postcrisis, ahora con Amazon como foco principal en Sorry We Missed You. No lo va a tener fácil en la cartelera porque compite nada más y nada menos que con Terminator: destino oscuro, con Linda Hamilton y Arnold Schwarzenegger. En cine clásico, Antonio Martínez recuerda a Burt Lancaster, el acróbata convertido en galán participó en más de 70 películas y ganó el Oscar por 'El fuego y la palabra'. Y en televisión toca series románticas con el estreno de Modern Love.

La trinchera infinita (Jon Garaño, Aitor Arregi y Jose Mari Goenaga)

El cine español ha tratado la figura de los topos del franquismo en varias películas, entre otras, Los girasoles ciegos o Mambrú se fue a la guerra, pero para el trío vasco formado por Jon Garaño, Aitor Arregi y Jose Mari Goenaga el punto de partida fue el documental 30 años de oscuridad. Tras Loreak y Handia, los directores cambian de registro con su apuesta más valiente y ambiciosa. La historia de un hombre, Higinio, un republicano perseguido durante la Guerra Civil que permaneció más de 30 años escondido.

El relato lo componen a través de la historia de amor de un matrimonio condenado a vivir en el miedo y la clandestinidad. La trinchera infinita camina del thriller al drama con una primera hora frenética, llena de ideas visuales, el uso del fuera de campo, el juego inmersivo de sonido e iluminación, para ir componiendo a dos personajes que habitan el mismo espacio, la casa y el zulo, pero se van separando conforme pasan los años.

Belén Cuesta es Rosa. En su primer papel dramático, la actriz malagueña brilla con un personaje que sufre las heridas del pasado en casa e intenta pasar página en un país que poco a poco evolucionaba. “No creo que sea una película sobre la Guerra Civil, sino sobre una familia que este miedo y esta guerra les deja una huella de por vida. Para ella, la vida cambia y evoluciona, pero el pasado está en su casa. Para él, no ha cambiado nada, no ha pasado el tiempo. Quieren seguir adelante pero no pueden seguir adelante”, asegura la intérprete en un nuevo registro que la posiciona en la carrera de los Goya.

Antonio de la Torre es Higinio, un hombre que aprende a vivir encerrado, aislado, que solo puede hablar en susurros. “La trinchera es el odio, el odio es la puta trinchera”, clama. Un matrimonio por cuyos ojos pasa la guerra y la posguerra. Dos personas que simbolizan, en cierto sentido, a los dos Españas, la que pide borrar el pasado y la que reclama memoria para una etapa cerrada en falso. Y así los realizadores construyen con pericia una alegoría sobre el miedo que resuena en la actualidad.

Ambientada en un pueblo perdido de Andalucía, la cinta ha sido rodada entre el sur y el norte. Junto a parte del equipo técnico de La Isla mínima y La Peste, construyeron un zulo real, trabajaron los acentos y diseñaron un relato capaz de pasar de una fuerza fílmica apabullante -cámara en mano, espacios opresivos- a una serenidad detallista, sigilosa y más luminosa que condensa el paso del tiempo. Un reto sonoro y visual, una nueva mirada a la historia que cristaliza en un obra magistral y deslumbrante. Un retrato monumental de lo político a través de lo íntimo, una metáfora del paso del tiempo en la España franquista desde el amor y la convivencia de una pareja atenazada por el miedo y perseguida por sus ideas.

Terminator: destino oscuro (Tim Miller)

"Volveré". Terminator lo lleva diciendo desde hace 35 años, concretamente desde 1984, año en que se estrenó la película dirigida por James Cameron. Y a lo largo de todo este tiempo el Ciborg interpretado por Arnold Schwarzenegger, ha cumplido con creces su palabra. Desde entonces se han estrenado cuatro películas más de la saga. Ahora llega a los cines Terminator: Destino oscuro, la que sería la sexta de la franquicia, aunque exactamente no es así ya que este nuevo film es directamente la continuación de la segunda entrega, Terminator 2: el juicio final.

Terminator: Destino oscuro está dirigida por Tim Miller y producida por James Cameron. En ella asistimos al esperado reencuentro de los dos grandes protagonistas, Arnold Schwarzenegger y Linda Hamilton. “Ha sido genial. Echaba de menos a Sarah Connor. El guion me gustó porque es un nuevo giro al personaje. Sarah Connor cambió mucho el papel de la mujer en el cine de acción. Ahora estamos viendo en el cine más mujeres haciendo de heroínas. Mujeres armadas y peligrosas luchando cuerpo a cuerpo, pateando culos. Espero que no sea algo aislado”, afirma la actriz. “Yo la he visto espectacular, poderosa, feroz y ágil”, añadía Schwarzenegger sentado a su lado en una conferencia.

Todo el largometraje tiene un aire feminista y latino. En el largometraje se hacen referencias explícitas a la emigración, al muro fronterizo entre México y Estados Unidos y a los campos de internamiento para los emigrantes ilegales. Pero Terminator: Destino oscuro es, sobre todo, una película de acción con un nuevo Ciborg, aún más violento y letal. “Es mucho más difícil de exterminar”, dice Schwarzenegger que no descarta volver a ponerse nuevamente en el esqueleto metálico de la máquina en una futura película. De momento, y como decía la canción de Ojete calor, a Sarah Connor le toca correr y mucho. Terminator, fiel a su palabra, vuelve una vez más.

Sorry we missed you (Ken Loach)

Hay un recurrente mito neoliberal, sobre todo presente en el cine de Hollywood, que dice que cualquier persona puede llegar a ser lo que se proponga, que querer es poder. Pura meritocracia que establece que ser un triunfador depende de cada uno, independientemente de cuáles sean sus orígenes. Si hay un director que ha contrarrestado esa defensa del sueño americano es Ken Loach.

Un cineasta que ha utilizado su cámara para mostrar los perjuicios que el capitalismo ha causado a la clase obrera, ayudado por su guionista de cabecera Paul Laverty, un trabajo que le ha dado dos Palmas de Oro en Cannes, la de El viento que agita la cebada y la de Yo, Daniel Blake. Ahora estrena Sorry we missed you, donde mira a la uberización de la economía. Su título es la frase que los repartidores de Amazon, los riders, los conductores, los repartidores usan cuando entregan un paquete y los clientes no están en casa.

Son trabajadores explotados, falsos autónomos, obligados a trabajar envueltos en la ola de la modernidad o el eufemismo de "economía colaborativa". Los repartidores que tiene que pagar la furgoneta y que piensan que han montado su negocio, cuando en realidad trabajan más de 12 horas diarias sin descanso, sin que les paguen horas extra.

Lo hace con el estilo de siempre y con una estructura narrativa que ya hemos visto en otras películas del director como La parte de Los Ángeles o Lloviendo piedras. Repasando su carrera, vemos cómo la situación de los trabajadores ha ido a peor, desde Margaret Thatcher. Toda la obra de Loach, que supera los 50 títulos, ha sido un intento de desculpabilizar a la clase obrera de ansiedad, sufrimiento y la estigmatización que padecen, sobre todo en la Inglaterra de la demonización de los chavs. Lo es Sorry we missed you donde el director asocia la precariedad laboral a una vida familiar llena de conflictos. No hay tiempo para el cuidado, para el amor, ni para vivir. Eso es un privilegio.

Los hijos de la clase obrera, nos dice Loach, no tienen otra salida que heredar la precariedad de los padres. Hijos que no estudian porque saben que de nada les servirá, más que para endeudarse. A sus 83 años, Ken Loach es el cineasta más actual, capaz de contar lo que ocurre en la calle sin superioridad moral.

Doctor sueño (Mike Flanagan)

Los fans de Stephen King tienen la secuela de El resplandor, la película de Kubrick que adaptaba la novela. Doctor sueño está dirigida por Mike Flanagan, director de varias películas de terror y también de la serie de Netflix La maldición de Hill House. Ewan McGregor y Rebecca Ferguson protagonizan esta historia que ocurre años después de aquellos sucesos del famoso hotel. De largo metraje, la cinta bebe de la original e incluso utiliza imágenes, y es una buena opción de Halloween para los aficionados al suspense.

Los Rodríguez y el más allá (Paco Arango)

Los Rodríguez son una familia como cualquier otra, o al menos eso creían. Todo cambia cuando descubren que su difunto abuelo era de otro planeta. La loca aventura se desata cuando su nieto, Nicolás, abre en el trastero de la casa familiar una puerta cósmica por donde acceder a ese planeta que sigue estancado en los 50 y que necesitará la ayuda de la familia para evolucionar. A partir de ahí el caos se apoderará de la existencia de los Rodríguez, que recibirán unos superpoderes bastante inservibles que deberán aprender a controlar para no ser descubiertos y extraditados al planeta del abuelo.

Su director, Paco Arango, la describe como una comedia alocada, original y distinta para todos los públicos y Edu Soto, el padre de la familia, considera que “es muy atractivo poder ir toda la familia junta a hacer cualquier cosa, hay muy pocas cosas pensadas para la familia, y aquí se van a reír los padres, los hijos, los primos y los abuelos, y eso es muy bonito”.

‘Los Rodríguez y el más allá’ cuenta con un importante elenco de actores españoles y mexicanos que, sin duda, atraerán al público. Es un reparto coral encabezado por Edu Soto y la actriz mexicana Mariana Treviño acompañados, entre otros, por Rossy de Palma, Arón Piper, Geraldine Chaplin como la abuela, Eduardo Gómez en su último papel en el cine o Santiago Segura haciendo de villano. Cuentan también con la presencia de Plácido Domingo.

Es una película con un ritmo pensado para que los más pequeños se diviertan y, como es habitual en la filmografía del autor, parte de la recaudación está destinada a ayudar a niños y adolescentes con cáncer a través de la fundación Aladina que él mismo fundó.

 
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