Lo antiguo no es poderoso
Si ese pasado se falsifica, se intoxica o se manipula el resultado es desalentador
Madrid
Estamos ante de las proyecciones más ajustadas de la política actual. Más que de la política actual, de los trastornos que provoca el nacionalismo en la política actual. El que manipula el pasado para conseguir subvenciones, ecónomicas o sociales, y el que presume de ser más antiguo que nadie como si eso de repente fuese una garantía de legitimidad.
De otra arqueología. En España hemos vivido una época en la quién menos tenía, más razón tenía. Eso más o menos ido amainando, entre otra cosas porque la vida, a veces afortunadamente, nos atropella a todos. Pero sigue teniendo un prestigio inconcebible el hecho de que una lengua, un imperio o una personalidad muerda hace seis siglos tenga más prestigio o más legitimidad que cualquier otra cosa más moderna. Lo antiguo no es poderoso; lo antiguo es antiguo. Y si además ese pasado se falsifica, se intoxica o se manipula el resultado es desalentador, porque da la impresión de que, si ese pasado fuese verdad, le daría sentido al presente. Y al presente le da sentido El Progreso, y progreso lo condicionamos nosotros.