El baile de la muerte
Yo, por suerte, tengo la misma gracia bailando que un hipopótamo drogado, y la misma capacidad para memorizar coreografías. Nunca llegué a entender los pasos ni del vals, ni del rock n' roll ni de la Macarena. Y eso, hace hoy exactamente 501 años, probablemente me hubiese salvado la vida
NurPhoto (Getty Images)
España
El 5 de julio de 1518 empezó en la ciudad de Estrasburgo uno de los fenómenos más Cuarto Milenio que hayamos tratado en esta sección. Ese día, una tal Sra. Troffea se puso a bailar por las calles de la ciudad de forma incontrolada, y sin parar. En una semana, se le habían unido unas 34 personas, y al cabo de un mes, había más de 400 bailarines en esta especie de rave sin música ni drogas que se montaron en Estrasburgo.
El baile de la muerte
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Los documentos de la época, que incluyen crónicas regionales, notas de médicos y sermones eclesiásticos, dejan claro que nadie entendía por qué esta gente había caído víctima de “la plaga del baile”, que había llevado a varios de ellos a morir de cansancio o de infarto.
Siendo como era una época donde el rigor científico estaba aún en su infancia, la opinión mayoritaria de las diversas autoridades es que era “una enfermedad natural” causada por “la sangre caliente”. Lo curioso es que su receta para curarles fue “más baile”, y les abrieron locales para que pudieran bailar día y noche y contrataron a músicos para ayudarles a perfeccionar sus movimientos en la pista. No sólo no sirvió para mejorar la epidemia, sino que aun la empeoró más.
A día de hoy, no se sabe que los llevó a caer víctimas de esta “plaga bailonga”. Algunas teorías apuntan al consumo masivo de setas psicotrópicas, pero parece improbable que tuvieran un efecto tan duradero. Más bien parece otro caso más de gente que cae víctima de la última moda.
