¿Se puede vivir sin tiempo?
Madrid
La rompedora decisión de los vecinos de Sommar, una pequeña isla al norte de Noruega, de prescindir de horarios y relojes que determinen su vida nos lleva a plantearnos si realmente es posible vivir sin tiempo. Su posición planetaria hace que vivan una gran parte del año en días de luz o de oscuridad constantes. Y esa distorsión hace que los niños puedan jugar al fútbol de madrugada o el panadero amasar su pan al mediodía según sus biorritmos o costumbres. Y con esa realidad, el reloj se convierte en imposición estresante.
No lo negamos. Ni negamos que sus 300 habitantes puedan llegar a organizarse en una anarquía temporal. ¿Pero qué sucede en los ámbitos comunitarios, cómo se organizarán la escuela, los transportes o los establecimientos públicos? ¿Tendrán que esperar los alumnos a sus libérrimos maestros? ¿Nos arriesgaremos a visitar tan paradisíaco lugar sin saber si el recepcionista estará o si tendremos que esperar a que el anterior cliente abandone cuando le plazca la habitación que hemos contratado? ¿Y cuando a las dos de la madrugada un vecino haya decidido dormir y otro podar el jardín con la motosierra, el derecho de quién primará? Son tantas las variables que nos preguntamos si no será más estresante esa incertidumbre intemporal que la dictadura cierta del reloj.