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La Ruta del Quijote

Nieves Concostrina: "¿El lugar de La Mancha? Cervantes dejó claro que podía ser cualquiera".

Visitamos Argamasilla de Alba, que podría ser el famoso lugar de La Mancha

La Historia en Ruta. Ruta de don Quijote. Nieves Concostrina

La Historia en Ruta. Ruta de don Quijote. Nieves Concostrina

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Argamasilla de Alba

Seguimos recorriendo la Ruta del Quijote y llegamos a Argamasilla de Alba, que de verdad de la buena, parece el lugar de La Mancha.

Por si las dudas, al final de la primera parte del Quijote, Cervantes publica los poemas de “Los Académicos de la Argamasilla, lugar de La Mancha”.

¿Acaso Cervantes nos estaba dejando una pista?

Haciendo Historia

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¿Es casualidad que el libro empiece y termine hablando de un lugar de La Mancha?

¿Qué insinuaba Cervantes diciendo al final del libro que Argamasilla es un “lugar de La Mancha”?

Este detalle siempre se ha puesto encima de la mesa para dar la razón a los que piensan que Argamasilla es el “lugar de La Mancha”.

Cuando Cervantes estaba metido de lleno en la segunda parte del Quijote, se publicó el apócrifo de Avellaneda, en el que se dice claramente que don Quijote es un hidalgo del “Argamesilla”, con e.

A Cervantes le pareció muy malamente que le plagiaran el personaje y se quejó. Incluso, en un giro brillante de la forma de narrar, incorporó el Quijote de Avellaneda en el relato del Quijote. Pero no dijo nada de la patria chica del ingenioso hidalgo. ¿Podemos concluir que el silencio le delata?

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Según cuenta la tradición local, si Cervantes no quería acordarse de Argamasilla es porque estuvo aquí prisionero, en la Cueva de Medrano.

La misma tradición dice que fue aquí, en la cueva de Medrano, y no en la cárcel de Sevilla, donde se gestaron las aventuras del Ingenioso Hidalgo.

Y, como esto es un lío, hemos llamado a Nieves Concostrina, madrina del programa para que venga a iluminarnos y a sacarnos de dudas.

Entre otros muchos libros, Nieves Concostrina ha escrito una joya de la divulgación cervantina: “Menudas Quijostorias”, un repaso muy divertido por la España de Cervantes y del Quijote, en el que se dan cita aventuras, curiosidades, guarrerí­as y chapuzas de una época gloriosa.

Sabemos, porque lo dijo Cervantes, que don Quijote fue engendrado en una cárcel. Lo que no dejó claro, porque no le dio la gana, es en cuál de todas las cárceles por las que pasó escribió el libro. A Cervantes le gustaba jugar al despiste. Pero a los cervantistas les encanta pegarse por todo, todo el rato, así que el lugar de La Mancha y la cárcel donde lo escribió ha sido un buen campo de batalla para que los señores que lo saben todo de Cervantes practiquen los golpes bajos y el académico arte de insultar a sus rivales.

Cervantes estuvo, por lo menos, cuatro veces en la cárcel. En Argel, en Castro del Río (Córdoba), y dos en Sevilla, aunque uno de ellos ni está documentado ni parece probable. El de Argamasilla, si es que existió, sería el quinto encierro, aunque tampoco hay documentos que lo acrediten.

Dicen los de aquí que Cervantes estuvo preso en una cueva que hay bajo la casa de los Medrano, los mandamases de Argamasilla, que solía servir para esos menesteres.

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También cuentan que se conservan las cadenas con las que Cervantes estuvo encadenado, y que si el cepo de madera que podemos ver hoy día es una copia, es porque la tía Martina echó al fuego el palo de madera en el que estuvo encadenado don Miguel para hacer arrope. Al menos eso cuentan en Argamasilla, y tal cual se lo creyeron Azorín y Rubén Darío cuando se dejaron caer por Argamasilla de Alba en 1905, durante la conmemoración del tercer centenario de la publicación de El Quijote.

Rubén Darío puso el grito en el cielo cuando se enteró de la profanación de la tía Martina, y escribió un artículo en el diario La Nación de Buenos Aires donde la ponía a caer de un burro, llamándola algo así como “vieja arpía” y las cositas.

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La gran diferencia entre Argamasilla y Sevilla es que la Cueva de Medrano puede visitarse, porque todavía existe y está bien conservada por los manchegos. La Real Cárcel de Sevilla ha desaparecido y en su lugar hay un banco, donde las condenas a cadena perpetua son de otro tipo.

En fin. Lo que viene a decirnos Nieves Concostrina es que da igual cuál sea el lugar de La Mancha o la cárcel donde parió el Quijote, que más nos valdría haber cuidado de él cuando estaba vivo o, al menos, una vez muerto, porque ahora mismo ni siquiera sabemos qué ha pasado con sus restos. Y que ella, de Cervantes, no se cree nada de nada.

 
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