La actriz amateur que se ha convertido en un referente feminista en Paraguay
Los premios a Ana Brun por su papel de mujer decadente y lesbiana en 'Las herederas' regala una segunda juventud a la intéprrete, que solo había realizado papeles esporádicos en el teatro
"Las mujeres en el mundo siempre fuimos postergadas, estuvimos en segundo plano, ahora es cuando tenemos una revolución mujeril. Y de repente esto es un premio que me da la vida, llegó tu turno, ahora tú delante y todos detrás"
La actriz paraguaya ganó el pasado año en la Berlinale y recogió hace unas semanas el Platino del cine iberoamericano
Playa del Carmen
Como cantaba Mercedes Sosa, Ana Brun no se cansa de darle gracias a la vida. Esa que la ha castigado tanto pero le ha regalado una segunda juventud en su vejez. Actriz amateur, nunca había hecho cine hasta que en su camino se cruzó Marcelo Martinessi, el director paraguayo tenía una jova entre manos, su ópera prima Las herederas, un drama íntimo sobre la decadencia de la alta clase social de su país a través de la marginalidad de una pareja de lesbianas.
Brun interpreta a Chela, una mujer depresiva, ausente y encerrada. Una mujer que contempla cómo su casa se va vaciando mientras ella se ahoga en una vida que se le escapa. "Toda esa decadencia, todos esos encierros, yo los viví. Tuve un marido político, conocí encierros, estuve presa, él también estuvo… Conocí esa sensación de que no puedes hablar con nadie, de que no te saluda nadie porque eres esa peligrosa mujer subversiva", recuerda la actriz que estuvo casada con un político de la oposición a Alfredo Stroessner, dictador de Paraguay entre 1954 y 1989.
El encarcelamiento de su pareja y su trabajo como taxista la hacen florecer en un viaje liberador. La sexualidad y el deseo femenino, junto a ese relato político de clase, conforman una historia que ha abierto los ojos a la actriz. "Cuando me preguntan en quién me inspiré, siempre digo que como todas las mujeres en el mundo fuimos postergadas, siempre estuvimos en segundo plano, ahora es cuando tenemos una revolución feminista o mujeril, como digo yo. Yo siempre estuve atrás, nunca me tocó. Y de repente con esto es como un premio que me da la vida, llegó tu turno, ahora tú delante y todos detrás", declara emocionada en conversación con la Cadena SER.
Ana Brun se ha convertido en un referente feminista en Paraguay, un símbolo transversal de la liberación femenina. En un país ultracatólico y conservador, la cinta despertó polémica en los sectores políticos y sociales más reaccionarios, pero también sirvió para colocar en el centro del debate mediático a las mujeres lesbianas. La intérprete ganó el Oso de plata en la pasada edición de la Berlinale y ha recogido el Platino a mejor actriz, el mayor galardón del cine iberoamericano, en una edición donde competía con Penélope Cruz o Yalitza Aparicio, la protagonista de ‘Roma’.
¿Cómo ha sido el viaje con esta película? ¿Qué ha supuesto Las herederas para alguien que llevaba tantos años apartada de la interpretación?
Estaba reapartada y nunca fui una actriz de teatro profesional. Solo hacía cosas esporádicas cuando faltaba otra actriz, yo me apuntada… Todo es más de formación, yo no estudié nada, no tengo ninguna preparación artística pero siempre me gusto la actuación. Cuando hablé la primera vez con Marcelo Martinessi, yo hacía 15 ó 18 años que no pisaba un tablado ni nada. Cuando me lo dijo, yo le dije que nunca había hecho cine, pero me picó el bichito y me fui al casting. Salí bien, le gustó mi forma de presentarme, competía con actrices con mucha experiencia, me fui absolutamente desnuda… ¿Había que preparar algo? Yo no prepare nada, no sabía de qué iba a hablar. Pero Marcelo me dijo que le contase alguna historia de amor. Y le conté la mía. Le puse sal, pimiento, vinagre, aceite… Y salió una linda historia. Marcelo es una persona fantástica, me cuidó mucho, soy bastante sensible, y mantengo una relación con él y todas mis compañeras. Resultó algo inesperado.
Mi vida no ha sido fácil. Cuando me preguntan en quién me inspiré, siempre digo que como todas las mujeres en el mundo fuimos postergadas, siempre estuvimos en segundo plano, ahora es cuando tenemos una revolución feminista o mujeril, como digo yo. Y más en mi país, mucho más. Siempre estuve en segundo, nunca me tocó el turno a mí, siempre era primero mi marido, mi hijo, mi trabajo, la sociedad, la política… Yo siempre atrás, nunca me tocó. Y de repente con esto es como un premio que me da la vida, llegó tu turno, ahora tú delante y todos detrás. Me encantó porque no esperaba, soy una persona mayor que no espero mucho más, no tengo mucho camino por recorrer.
Es una historia muy valiente y muy delicada, un retrato íntimo en esa casa que refleja la decadencia de clase, cómo se heredan prejuicios, ¿cuánto dice Las herederas de Paraguay?
Así es. Toda esa decadencia, todos esos encierros, yo los viví. Tuve un marido político, conocí encierros, estuve presa, él también estuvo… Conocí esa sensación de que no puedes hablar con nadie, de que no te saluda nadie porque eres esa peligrosa mujer subversiva. Sé lo que es ese dolor, lo conozco. Y todo eso es un reflejo del país. No solo la parte del lesbianismo, que es lo que tanto molestó en nuestro país. Y no realmente no dice nada, no pasa nada. Pero, sin embargo, todo ese dolor que sufrió el pueblo, toda esa hipocresía de la sociedad, está presente. Esta película está basada en una historia real, esas mujeres, que hoy serán un poco mayor que yo, vivieron escondidas, encerradas, mostrando una cosa que no eran, adentro eran pareja, fuera no lo sé… Eso es una tristeza enorme, cómo vos no puedes contar lo que tienes en el corazón. Yo lo sentí así.
En ese retrato femenino, ¿se ha convertido usted en un referente feminista en Paraguay? ¿Cómo de importante es que sea una mujer de su edad?
Ahora me doy cuenta del efecto que causó en mi país, jamás lo habrá sospechado. Yo ya soy una mujer mayor, ahora resulta que soy ejemplo. Nunca nadie me dio importancia, hice muchas cosas en la vida, pero la mujer nunca era importante, la mujer tiene que hacer no más, y ahora soy un referente y las mujeres me ponen como ejemplo, orgullo del Paraguay. Me siento tan honrada, tan comprometida, no quiero fallar, no quiero equivocarme, es algo demasiado enorme ser el orgullo de un país. No quiero fallar.
¿Cuál es la situación de las mujeres en su país? Decía Marcelo Martinessi que siempre habían estado relegadas pero habían tejido y reconstruido la sociedad paraguaya en un país muy católico, muy homófobo…
Hasta el día de hoy mi generación, yo conozco amigas mías, no fue a ver la película. Les preguntó por qué y me dicen que esas cosas no se pueden ver. Pero tenéis que verla, les digo. No, no, no, dicen, eso no se puede ver. No tienen nada en la cabeza. Pero eso, en contrapartida, hay jóvenes que sí la quieren ver. Y eso me ha dado juventud a mí, me siento joven, no quiero saber nada de ese grupo de viejas locas que están encerradas en una estrechez mental increíble. Por ejemplo, la peluquera de mi barrio me decía que las señoronas del barrio le preguntan si yo soy lesbiana. Y les dice, pero por favor, tiene cuatro hijos, once nietos. Pero, ¿y si fuera lesbiana? ¿Cuál es el problema? Absolutamente ninguno. Esa mentalidad hay que romper, nadie tiene derecho a juzgar a nadie. Por eso el mundo está como está, somos muy intolerantes, muy homofóbicos, poco solidarios… Por eso no podemos llegar a lograr la felicidad.
La película también radiografía la desigualdad, la discriminación e incluso esa marginalidad de dos lesbianas de la alta clase social de su país…
Todavía existe mucha desigualdad en Paraguay, aunque o tengo la esperanza de que ‘Las herederas’ abrió una compuerta que estaba muy cerrada, empezó a salir un raudal de ideas nuevas, que es lindo, necesario… Hay que limpiar todas esas mezquindades, estrecheces, tienen que salir cosas cosas.
Precisamente el cine latinoamericano está demostrando su poder para abrir debates, para liderar el progreso en muchos temas sociales, ¿cómo lo vive?
La cultura y el cine son las herramientas más fantásticas en los tiempos que vivimos ¿Cómo vos le vas a enseñar a un niño a que sea honesto, tolerante, a que admita la diversidad? Con la imagen, con la imagen se aprende. Antes nosotros leíamos libros, pero ahora eso ya, no digo que esté superado, pero los niños son imagen, imagen e imagen. Con eso se pueden hacer un montón de cosas. Tenemos que fomentar la cultura, contando historias verdaderas, ejemplares, y así podemos poner nuestro granito de arena.
José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...