¿Han entendido el mensaje?
El surrealista peloteo entre el Congreso y el Supremo a costa de qué hacer con los parlamentarios presos ha provocado la amenaza a Meritxell Batet de llevarla a los tribunales por prevaricación
Madrid
Parecía que las elecciones del 28 de abril habían lanzado un mensaje nítido a nuestros representantes, modulando sus expectativas, situando a cada cual en su lugar y reclamando a todos que resuelvan problemas y no los engorden. Pero no. La sesión constitutiva de las Cortes, salvo nobles excepciones, estuvo más marcada por el despliegue de variadas performances que por la exhibición de buenas formas. Y el surrealista peloteo entre el Congreso y el Supremo a costa de qué hacer con los parlamentarios presos, que no es asunto menor, ha provocado la amenaza a Meritxell Batet de llevarla a los tribunales por prevaricación, que parece asunto excesivamente mayor.
Los mensajes que escuchamos en algunos mítines y debates repiten el argumentario y reproducen las obsesiones de las anteriores elecciones, como si no se hubieran enterado de que el próximo domingo se votan otras cosas. La presencia de Albert Rivera hoy en el pueblo de Josu Ternera para homenajear a sus víctimas, autopresentada como un acto de valentía, parece más bien una extemporánea provocación en un lugar en el que ni se presenta su partido, por mucho que la respuesta de algunos vecinos y el homenaje precedente al terrorista detenido nos parezcan infames. Quizás sólo sean estrategias para mantener la tensión hasta que se abran las urnas el 26. Pero también podría ser el anticipo del guion de lo que nos espera los próximos cuatro años. Y creo que, sinceramente, los ciudadanos no nos merecemos este espectáculo a costa de nuestros impuestos.