El policía que controlaba a los ladrones

España

La corrupción policial es tan antigua como la propia policía. O incluso más, como demuestra el caso que nos ocupa hoy. La fuerza policial que hay ahora en Londres es conocida en el mundo entero por sus extraños sombreros y por su sobrenombre de “bobbies”. Este sobrenombre se lo deben a su creador, Sir Robert Peel, un nombre que los ingleses abrevian como Bob o Bobby. Pero los bobbies empezaron a patrullar la ciudad de Londres en 1829, y el caso que nos ocupa hoy es de más de un siglo antes. En concreto, el 24 de mayo de 1725, cuando Jonathan Wild acabó su carrera de policía freelance. Wild se había autodenominado “cazador general de ladrones”, un título que resultó ser más falso que los de un Pablo Casado. El método de Wild era tan sencillo como efectivo. Él mismo era el jefe de los ladrones, recuperaba para sus víctimas lo que les había sido sustraído, cobraba una recompensa y era aclamado como un héroe por la recién creada prensa. Si los ladrones eran de una banda rival, no había problema en liquidarlo y presentar el ajuste de cuentas como una hazaña. La cuestión es que prácticamente todo el crimen organizado de la ciudad de Londres estaba dirigido por su supuesto policía. Pero claro, como un Villarejo cualquiera se volvió demasiado ambicioso y descuidado, y finalmente fue detenido, juzgado y ejecutado. Según el novelista Daniel Defoe, la multitud que se reunió para verle colgar ese 24 de mayo era mayor que ninguna vista antes. No parece que muchos de ellos tuviesen compasión de su suerte.