Juego de tronos
Estamos viendo una novedad absoluta en la política española: ver al bloque de la izquierda discrepar sin arañarse y a la derecha disputarse el espacio a dentelladas.
El debate decisivo fue más bronco y embarrado que el primero. Los candidatos no utilizaron la ausencia de tiempos y límites para explicarse mejor sino para interrumpirse más y con peor estilo. Y con una novedad absoluta en la política española: ver al bloque de la izquierda discrepar sin arañarse y a la derecha disputarse el espacio a dentelladas. Estamos acostumbrados a todo lo contrario: la izquierda despedazándose por cualquier motivo y la derecha, tranquila, en la otra esquina, proponiendo rebajas en las cotizaciones sociales. Bueno, pues eso se dio la vuelta anoche y aun faltaba la extrema derecha contraprogramando el debate con un mitin en una plaza de toros, abarrotada, de la periferia de Madrid.
En el plató de Atresmedia, Pedro Sánchez salió definitivamente vivo de un formato que no le favorece y estuvo más contundente y natural que el lunes. Pablo Casado recuperó protagonismo con un tono más claro y contudente tambien. El mejor fue Pablo Iglesias, un Iglesias propositivo que no pisó apenas el barro. Y el peor Albert Rivera, que se creyó a quienes el lunes le regalaron los oidos y fue el más nervioso y ansioso, interrumpiendo continuamente al resto.