La deriva a la derecha extrema
La deriva a la derecha extrema
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Madrid
Es verdad, y ahora tenemos la comprobación empírica, del enorme efecto que ha producido entre los partidos de derechas la súbita aparición de Vox. Pero es curiosa la dirección que ha tomado esa tremenda influencia. Podían pensar los más ingenuos del lugar, que ante unos señores que proponen el hacha de sílex como mayor razonamiento político, los partidos más civilizados huirían de ellos y optarían porque los votantes nunca llegaran a confundirles con semejantes especímenes.
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Pues no. La cosa ha ido al revés, y tanto el pimpollo Casado como el pimpollo Rivera, junto a sus decenas de analistas, asesores y padrinos, han decidido tomar el camino contrario, el de la emulación de Vox, y vamos a ver cómo logramos que el respetable nos vea más aguerridos, más patrioteros, más intolerantes, más feroces, en definitiva, que los chicos de Abascal.
Por ahora, la partida del desenfoque la va ganando Casado, desatado en su papel de justiciero contra el infiel Sánchez. Ellos sabrán qué hacen, porque lo mismo los votantes prefieren al auténtico antes que a la copia, y lanzados por el camino de la locura, mejor la ultraderecha sin tapujos que la derecha imitadora. Ayer Casado ya se acercó con fuerza al lenguaje zafio y tabernario de su socio en Andalucía con esa infamia de las manos manchadas de sangre. Y aún estamos en precampaña. ¡Átense los machos!