Después de 1604 años no hemos aprendido la lección

No hace mucho tiempo veíamos imágenes en la tele de los militantes de ISIS destrozando el patrimonio cultural de Siria e Iraq. Unas acciones estúpidas y horribles, pero precisamente por eso, muy repetidas en la historia de la humanidad. Un buen testimonio de esto sería nuestra protagonista de hoy, Hipatia de Alejandría.

Hipatia nació en el año 355 en Alejandría, en Egipto. Su padre era matemático y astrónomo y ella siguió sus pasos, declarándose además seguidora de la filosofía de Platón. Pese a ser una mujer, que no era precisamente una ayuda en la sociedad en la que le tocó vivir, consiguió ser considerada como la matemática y astrónoma más importante de su tiempo. Pero ni eso le salvó la vida. Porque si bien brilló con luz propia por sus logros intelectuales, lo hizo en un momento en el que la oscuridad empezaba a caer sobre el templo de la cultura y el saber que era Alejandría en el mundo antiguo.

Esta oscuridad venía, como muchas veces, de una interpretación fundamentalista de la religión. En este caso, de la cristiana. De ser una religión perseguida en el Imperio Romano había pasado a ser una religión perseguidora, intentando acabar con todo lo que veía como símbolos de paganismo.

Hipatia, por desgracia, se encontró en esta categoría, y fue brutalmente asesinada por una turba el 8 de marzo del año 415. Y como os decía al principio, 1604 años después no hemos aprendido la lección. Parece improbable que lo hagamos nunca.

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