Un cartel imposible. Por estúpido

Madrid

Cuesta entender cómo es posible que a políticos profesionales –de su ejercicio viven y a sus complejidades dan la vida- puedan confundirse hasta la exageración ante una jornada con un significado meridianamente diáfano y transparente. El mensaje del 8 de marzo no admite muchas dudas, y difícil es no hallar en esa fiesta una llamada a la unidad, entre las mujeres primero, por supuesto, pero también con los hombres.

¿Cómo es posible que un partido político del calado del PP, no entienda de qué va la vaina y se niegue a estar en la marcha, porque según su gran líder, el pimpollo Pablo Casado, está monopolizada por la extrema izquierda? En esa deriva que lleva al partido de la calle Génova a los procelosos mares de la extrema derecha de Vox, solo le faltaba que tampoco apoyara a las mujeres, refugiado en un feminismo grotescamente distinto del resto de las españolas.

Aún más grave parece la metedura de pata de Podemos, con ese ridículo cartel del regreso de Pablo Iglesias, pasquín que muestra al líder de Podemos como si volviera de un ominoso gulag, y solo ha dedicado unas apacibles semanas a cuidar a sus niños, tan ricamente instalados en su confortable domicilio. Y el destacado de la sílaba el en el cartel, el hombre, el gran timonel, es ya un ridículo descomunal. 8 de marzo: mujeres.